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La propaganda sucia - El Mostrador

La propaganda sucia - El Mostrador

En el debate presidencial de la Archi (Asociación de Radiodifusores de Chile) vimos cómo el candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast, interpelaba a su competidor de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, sobre un supuesto acoso (lo llamó abuso y luego se retractó), acusación que ha sido desmentida en varias oportunidades e incluso por la supuesta afectada con una carta en que acusa a Kast de mal uso (distorsión), y que en el debate de la Asociación Nacional de Televisión (Anatel) Kast reitero qué bueno que haya sido aclarado lo del “abuso” (no comentario machista, como dijo la supuesta aludida), para luego, en otro pasaje, decir “cuántas cosas más no conocíamos de ti y que pueden salir”. Con este tipo de afirmaciones, que son varias y variadas, Kast y su equipo de campaña pretenden generar dudas frente a la integridad y carácter de Boric, al quedar dando vuelta la idea de una “falta/delito” aunque sea sin fundamento, y trasladar la disputa electoral desde las opciones de gobierno (programa e ideas) al plano personal, para erosionarlo y terminar destruyéndolo individual y políticamente.

Este tipo de actuaciones cae claramente en lo que se denomina “propaganda sucia”, la que usa noticias falsas (fake news), pero va un poco más allá. Etimológicamente la palabra propaganda (propagar) viene del verbo latino propagāre, que significa “perpetuar, acrecentar, extender” un mensaje a través de un conjunto de procedimientos, métodos y técnicas, con el propósito de aumentar el apoyo o el rechazo a una cierta posición o candidato más allá de sus pros o contras racionales/sistémicos. Esta palabra tomó su nombre de la sagrada Congregación para la Propagación de la Fe de 1622, creada por el Papa Gregorio XV y su sucesor, Urbano VIII, como órgano central y supremo para la propagación de la fe, con la doble misión de trabajar por la unión con las Iglesias ortodoxas y protestantes y promover y organizar la misión entre los no cristianos.

A este propagāre latino se le adjunta el adjetivo de sucia porque es emitida por una fuente generalmente desconocida, distribuida y amplificada por medios diversos, en cuyo contenido no importa su veracidad sino que sea creíble, como decía Joseph Goebbels, y con el propósito final de perseguir la erosión/“extinción” del adversario. Para lograr esta meta, generalmente se escarba en la vida privada (íntima en lo posible) con medios legales y/o ilegales/amorales, hasta conseguir fragmentos de realidad (datos) que se puedan utilizar para armar un constructo imaginario pernicioso (relato falso), pero altamente destructivo, ya que la propaganda sucia (con sus calumnias y/o injurias) se fundamenta sobre trazos verosímiles a los que se despoja de racionalidad, contexto e interpretación (por ejemplo, cuando Kast insinuó, en el debate de Anatel, descontextualizando las discusiones de la ciencia y del momento, que Izkia Siches propició el cierre total en la pandemia con el efecto de quebrar todos los negocios). Así, más que descubrir lo oculto (informar), las campañas sucias construyen una realidad ficticia (desinforman) sobre la base de percepciones y apariencias hasta que, con la redundancia y complicidad de quienes la amplifican, la transformen en prueba irrefutable, en dato definitivo. Este tipo de propaganda está asociada con la guerra sicológica (acciones orientadas a direccionar conductas en la búsqueda del control social, en este caso el voto).

En 1925, por ejemplo, Adolf Hitler, en Mein Kampf (Mi Lucha), usó la gran mentira de un complot internacional del judaísmo y del comunismo, una mentira tan grandiosa e impactante que nadie creería que se pudiera tener la desvergüenza y la inmoralidad de distorsionar una supuesta verdad/hecho tan infame. Kast no se ha quedado atrás en el uso de esta gran mentira al referirse al Partido Comunista (partido que, nos guste o no, históricamente ha trabajado responsablemente en el marco democrático, e incluso en más de un período se le acusó de reformista) y a Gabriel Boric y el Frente Amplio. Ha dicho: “El Frente Amplio y el Partido Comunista no respetan a nadie. No resisten que alguien les diga las cosas en la cara… El Partido Comunista, oficialmente, se margina de la ley y llama a sus militantes a funarme y combatirme. Esto no es solo incitación al odio, es derechamente un llamado explícito a la violencia… Boric es un candidato protegido y controlado por el Partido Comunista”. Y luego sus bots (programa que realiza tareas repetitivas, predefinidas y automatizadas) repiten la historia a través de distintos formatos: por ejemplo, Anonymous@YourAnon Fenix, “Financiamiento Terrorista en Chile, Organizaciones Terroristas Internacionales, que vinculan al Candidato de Ultra Izquierda Gabriel Boric, Daniel Jadue y al PC. La ruta del dinero ilícito que ingresa a Chile. Se adjunta informe en el hilo” y Max@ChileUnidoAvanz replica “Gravísimo, la candidatura de Boric debiese ser intervenida ahora ya! ¿Qué pasa con el @gobiernodeChile que esta dejando pasar esto?” (mejoramos un poco la redacción).

En el debate de Anatel, nuevamente Kast volvió a usar la gran mentira al acusar al PC de “valorar la violencia como método político”, de cancelar por ideología el festival de Lollapalooza 2022 y manejar la candidatura de Boric, entre muchas otras. Hannah Arendt, en su ensayo La mentira en política, puso de manifiesto que “las mentiras resultan a menudo mucho más verosímiles, más atractivas para la razón que la realidad, porque quien miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia desea o espera oír”. Si lo superficial o fragmentario no es suficiente para construir el mensaje denostativo, los equipos de la propaganda sucia no dudan en profundizar el montaje falseando, manipulando e inventando datos, documentos y situaciones hasta que encajen perfectamente en la calumnia diseñada. Como lo expresó el propio Boric: “Hoy cuentas anónimas en redes y WSP dieron el 2do paso de la operación que anoche inició Kast (en referencia a la interpelación que hizo para 'mostrar su ficha médica y hacerse un test de drogas'), difundiendo una ficha clínica falsa que fue desmentida por la institución. No todo vale para ganar una elección. Les pido que no seamos nunca como ellos”. Precisamente fue la propia Clínica Imet de Punta Arenas la que desmintió el falso documento difundido, que hacía alusión a que el candidato presidencial de la oposición estuvo internado hace algunos años en el recinto médico (ya sea por el falso supuesto de uso de drogas o el de enfermedad metal). Gabriel Boric aseguró, además, que "no tiene problemas" en transparentar sus antecedentes de salud ante la continuidad de insinuaciones del candidato de la extrema derecha y sus voceros.

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Este tipo de recursos se usa especialmente cuando el candidato a vencer tiene una ventaja suficiente, imposible de recortar con estrategias racionales positivas (ideas y programas) y/o camuflajes empáticos que desnaturalizan la verdadera esencia del candidato (por ejemplo, Kast y el tema de la mujer, la democracia o el compromiso social, temas que le son poco empáticos), pero que se le sale igual, por ejemplo, al decir en el debate de Anatel que cambiaría el Comité Político de La Moneda por un Comité de Seguridad, distorsionando hacia una concepción militarista la política. Muchos artistas se han enojado con Kast por este transformismo y usarlos sin consentimiento (Eduardo Gatti, Los Charros de Lumaco, Fundación Violeta Parra). Ante este cuadro y en un escenario de un Chile progresista verificado en la Convención Constitucional o en los 700 mil votos más que obtuvo la oposición en la elección parlamentaria, solo cabe la “destrucción” para frenar lo supuestamente imparable, llámese Boric, Convención o las reivindicaciones de las etnias originarias (por ejemplo, encasillando el dilema del pueblo mapuche en el terrorismo de La Araucanía).

Las campañas sucias no solo desafían lo ético y lo legal, sino que en muchas ocasiones suman también alianzas económicas y políticas de sectores refractarios o abiertamente hostiles (los camioneros o empresarios como Juan Sutil o Andrónico Luksic, incluso el mismo Gobierno de Piñera a través de declaraciones y actos como el de la Seremi de Salud que falla una multa en contra de Boric a días de la elección) a la candidatura que es degradada. El Colegio Médico (Colmed) y su expresidenta y actual jefa de campaña de Gabriel Boric, Izkia Siches, tuvieron que salir a desmentir una publicación del diario electrónico de extrema derecha El Líbero y compartida por el diputado RN Tomás Fuentes (tuiteó: "¿Esta es la nueva política, la probidad y el cambio que promueve Gabriel Boric?"), sobre "millonarias irregularidades" que habrían supuestamente ocurrido al interior del gremio durante el período de Izkia como presidenta. Sin embargo, el Colmed explicó que fue la mesa directiva nacional encabezada por la doctora Siches (asumió el 01/07/2017, sucediendo al actual ministro de Salud, Enrique Paris), la que, al mejorar los sistemas de control interno, descubrió que el administrador del Consejo Regional Valparaíso estaba defraudando a la institución, al menos desde 2014, por lo que se decidió contratar la auditoría externa a KPMG para dilucidar la magnitud.

Estas estrategias se mueven en las sombras de la conspiración, generalmente con algoritmos en la inteligencia artificial y las redes; se nutren de fondos ocultos (aunque en general son campañas relativamente económicas), cuando no delictivos, y son ejecutadas por mercenarios y profesionales sin escrúpulos que reciben buena recompensa por ello. En Estados Unidos, durante la primera campaña de Donald Trump, el trabajo sucio lo hicieron los servicios de inteligencia rusos, donde desde San Petersburgo distintas cuentas en Facebook, Twitter e Instagram se hicieron pasar por activistas de izquierdas, feministas, LGBT+ o antirracistas, para intentar que estos colectivos se desencantaran con Clinton y no participaran en las elecciones (Informe Mueller). La propaganda rusa contra Hillary Clinton funcionó por su rápida viralización y porque se sumaba a la desconfianza que la candidata, parte del “establishment”, ya generaba entre una parte de sus potenciales votantes.

Estas maniobras no siempre pueden ser atribuidas directamente al candidato que se beneficia del perjuicio que causa el mensaje, aunque la derecha en Chile y el mundo tiene poco pudor al respecto. A pesar de que no hay dudas sobre quién maneja los hilos y los intereses en este entramado oscuro, en el fondo se trata de evitar, cínicamente, cualquier relación que comprometa o deje en evidencia la autoría intelectual de la fechoría para evitar el efecto “búmeran” que victimizaría a la víctima y trasladaría el malestar al causante. Jair Bolsonaro, por ejemplo, se benefició enormemente de una campaña de fake news en las redes financiada por un grupo de empresarios. Según una investigación publicada por el periódicoFolha de São Paulo, varias empresas contrataron el envío masivo de millones de mensajes y noticias falsas contra el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, en la semana clave de las elecciones presidenciales. Pocos días antes, uno de los hijos de Bolsonaro anunciaba la mentira en Twitter de que los códigos de las urnas brasileñas habían sido enviados a Venezuela (¿Brasilezuela?), hecho que el TSE desmintió rápidamente (pero la duda quedó rondando). Un día después de los comicios y antes de la segunda vuelta, otro de los hijos de Bolsonaro publicaba un video en Twitter donde Haddad anunciaba su deseo de ver a Lula en la presidencia. El video, grabado cuando Haddad no era candidato aún, estaba editado para dar la sensación de haber sido producido justo después de la primera vuelta, deslegitimando toda opción o deseo real de conducir al país.

El Líbero (participan varias empresas y personeros de derecha), junto a otro medio electrónico de derecha, Nuevo Poder, acusaron a Boric de realizar un foro/montaje, “La vivienda, un derecho social”, donde la principal oradora fue Doris González, entonces presidenta de Ukamau (movimiento social por la vivienda), para favorecer la venta al Estado de un terreno comprado hace más de 30 años en la zona por su padre, Luis Boric, y dos amigos (2004 hubo cambio del uso del suelo allí) para la construcción de casas. Cuando el caso salió a la luz, los medios lo tildaron del “Caval Magallánico”, sin embargo, la Contraloría autorizó la venta después de toda la investigación y Boric padre reiteró que “mi hijo nunca ha tenido nada que ver con esto, pese a que lo han tratado de involucrar”. Nuevamente la información falsa quedó dando vuelta a pesar de los desmentidos.

Estas mismas técnicas de desprestigio y desinformación se usaron en España para desmovilizar a los votantes progresistas. Por ejemplo, el lema “no contéis conmigo, #yonovoto”, era dirigido en contra de los candidatos de la izquierda Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y Pablo Iglesias, secretario general de Podemos. La campaña no fue solo a través de las redes, aparecieron también carteles y palomas con esas mismas consignas en varias ciudades, sobre todo en barrios obreros donde los partidos de izquierda suelen ganar. La evidencia de esto apuntó al derechista Partido Popular (PP) y no solo porque su candidato, Pablo Casado, fuera el mayor beneficiado de esta campaña que buscaba que la izquierda no saliera a votar, sino que hicieron lo mismo en contra de otras agrupaciones de derecha, de modo de concentrar el voto. Las coincidencias entre esta campaña y las que crearon en redes sociales la trama rusa y la empresa Cambridge Analytica (que fueron tan eficaces con el Brexit, la victoria de Trump o las elecciones de Trinidad y Tobago el 2010), son enormes.

El Mercurio hace el mismo juego de manipulación al tratar de restar apoyos, por ejemplo, al titular “Figuras de la DC manifiestan su molestia con Narváez y tildan de ‘error táctico’ que Boric se haya reunido con ex candidata” (las figuras escasas y de poca relevancia) o el mismo Kast cuando reitera que distintas figuras de la DC y de la ex Concertación lo apoyan. Se reitera cuando la senadora Ena von Baer dice, en la franja electoral, que la Convención Constitucional quiere cambiar los símbolos patrios (eso no ha estado en ninguna discusión) o el diputado UDI Sergio Bobadilla publica en sus redes sociales que "sería bueno que dieran los nombres de los constituyentes escandalosos del hotel, porque anda circulando en redes sociales que Loncon se estaba bañando sin ropa en la piscina y no hay cómo desmentirlo", lo que resultó ser una información falsa y el parlamentario tuvo que borrar el tuit. Cuando se repite con tanta frecuencia es una campaña. Así y en su continuidad, el presidente de la UDI y senador electo, Javier Macaya (UDI), acusó a Izkia Siches de “deber una beca” que no adeuda. Siches respondió diciendo que “una vez más el miedo y la mentira ahora por el Sr. Macaya. Jamás he incumplido mi período asistencial obligatorio. Trabajo 22 horas en Infectología del Hospital San Juan de Dios y ahora me encuentro con vacaciones después de mi postnatal. Que la esperanza le gane al miedo”.

No se había visto desde el retorno a la democracia una campaña más sucia, plagada de mentiras, calumnias e injurias –han llegado a decir que Simón Boric, hermano de Gabriel, es pareja de Izkia o que su hijo es de él, otras cosas no ciertas–. Es claro que esta pandemia de información falsa no solo se ancla en una actitud autoritaria (carencia de estándares democráticos) y la creencia de la posibilidad de perder poder (los ataques sucios han sido persistentes en contra de cualquier cosa que implique cambio), sino que abre también una discusión sobre los límites profesionales y éticos y las sanciones legales que debe contemplar este tipo de distorsiones. Es claro que debemos buscar una respuesta regulatoria global basada en los principios y valores universales que sostienen la democracia representativa y los derechos humanos, ya que lo que está en juego es la propia democracia y la gobernabilidad.

En esta perspectiva, los(as) periodistas que están en la primera línea, por la responsabilidad profesional a que se deben, no pueden prestarse para este montaje propagandístico de noticias falsas y “guerra informativa sucia” (y menos amplificarlas, como lo hemos visto en varios programas políticos de TV y radio, como la consulta de un periodista de Radio Bío Bío al final del debate de Anatel que, al preguntar, insinúa que, por la fecha, Boric o no se hizo el examen de drogas o se lo hizo con el conocimiento de su COVID). La labor profesional de la prensa es sospechar siempre del poder, contrastar (Fact-checkers) la información y desmentir si resulta falsa, cosa que ha sido bien relativizada con el candidato del capital y la extrema derecha.

La mayor participación de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas que hemos visto desde las movilizaciones del 18/10/2019 es, sin duda, un éxito para la calidad de la democracia. Este ejercicio, eso sí, requiere de información transparente y de calidad (lo más objetiva y plural posible). Es aquí donde la propaganda sucia y las noticias falsas de Kast y su equipo amenazan la capacidad para distinguir lo real de lo inventado, además de jibarizar y redirigir la contienda a temas personales, siendo una manipulación que debe ser interpelada por el bien del país, de la ciudadanía y de la propia gobernabilidad democrática. Como guinda de la torta y ante el desempeño de Kast en el debate de Anatel, sus seguidores/bots han plagado las redes con el mensaje de que Boric tenía las preguntas, basándose en que cuando Kast le pregunta por el examen de drogas, Boric lo tenía preparado y se lo muestra, dejándolo mudo por largos segundos televisivos.

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