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chilango - Tirar tu ropa no está de moda 🌱

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Rompe el ciclo de comprar, usar y tirar. Descubre cuánto contamina la industria textil y proyectos chilangos que trabajan para resolver el problema del consumo desmedido.

Los 9 millones de habitantes de la Ciudad de México tenemos algo en común: diario nos enfrentamos a la decisión de qué ponernos. Sea cual sea la prenda que elijas, todas tienen un impacto ambiental importante. Hoy por hoy, la industria de la moda se considera una de las más contaminantes del mundo, responsable de 10 por ciento de las emisiones globales de carbono, según estimaciones del Foro Económico Mundial.

Volverte consciente de la ropa que te pones quizá no es algo que tuvieras en mente para ayudar al planeta. A lo mejor pensabas que ya bastante era con usar menos el coche, no pedir popote y apagar la luz que no usas. Sin embargo, el problema de la moda es un poco más complejo.

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Cuánto contamina la industria textil

En los últimos 15 años, la producción de ropa en el mundo se ha duplicado (según la fundación Ellen McArthur) y, al mismo tiempo, ha disminuido su calidad y su precio.

Cynthia Gómez, académica de la Universidad Iberoamericana, comenta: “todo surgió a partir de generar un sistema de producción masiva de prendas en tendencia a precios accesibles. Este sistema tuvo tal éxito que se sacrificó la calidad de los textiles y de la confección para tener rápidamente un producto barato en piso de venta. Esto generó lo que estamos viviendo ahora: una moda desechable y contaminante”.

Hoy consideramos un gran logro encontrar una prenda a la moda y de bajo costo. Pero detrás de ese precio de oferta se esconden malasprácticas de la industria, que tienen un impacto negativo tanto para el medio ambiente como para las personas que maquilan nuestra ropa.

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“Para dimensionar cuánto contamina la industria textil: anualmente entran a los océanos alrededor de 8 millones de toneladas de plástico. De esa cantidad, 35 por ciento son microfibras derivadas de los textiles, muchas de ellas generadas durante el ciclo de lavado”, expone Christian Stefanoni, jefe de Comunicaciones de Fashion Revolution, una organización no gubernamental británica, con sede en México, que busca concientizar sobre el problema actual de la moda.

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“Pero el problema –agrega– no termina ahí: un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza reveló que una persona promedio consume cinco gramos de plástico a la semana, el equivalente a una tarjeta de crédito”.

Tal vez esto no sería problema si nuestra ropa fuera biodegradable, que la pudieras tirar y desapareciera en cuestión de meses. Pero la mayoría de las prendas que usamos hoy están hechas de materiales sintéticos, como poliéster o nylon.

Checa la etiqueta de lo que traes puesto: es muy probable que tenga algún porcentaje de poliéster, material derivado del petróleo y que tarda cientos de años en degradarse. Por otro lado, aunque el algodón casi siempre se percibe como el bueno de la historia, producir una camiseta de esta fibra natural consume 2 mil 700 litros de agua y genera tantas emisiones de carbono como manejar un auto por poco más de 55 kilómetros, según estimaciones de Oxfam.

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Érase una vez en México

Por mucho tiempo, México fue una fuerza textil y un mercado que consumía prendas hechas con insumos y mano de obra nacionales. Después, facilitamos la entrada a productos extranjeros, muchos de ellos de menor calidad, que nos enamoraron con sus bajos costos.

Aunque tal vez no te consideres muy fashion, en nuestro país somos ávidos consumidores de ropa. En 2019, la consultora Kantar Worldpanel reveló que 67 por ciento de los mexicanos hicieron al menos una compra de ropa los primeros seis meses del año, y se calcula que en este primer semestre de 2021 haremos cuatro compras con un valor de $429 cada una.

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No sólo eso: además de comprar mucha ropa, generamos una importante cantidad de desperdicio textil. Según la Semarnat, tan sólo en la CDMX desechamos 3 mil 700 millones de toneladas de residuos textiles al año, sobre todo de ropa de cama, cortinas y ropa interior, y solo se recicla el uno por ciento de esa cantidad.

Además, “hay muy poca información e investigación sobre los problemas que la industria de la moda genera a nivel nacional –señala Stefanoni–. Es de tal magnitud que México es el segundo país en el que Fashion Revolution está creando una herramienta que facilite la transparencia”.

El problema no es solo el nivel de consumo, ni qué marcas comprar y cuáles no: el problema en México se centra en el poder adquisitivo. “La cartera del mexicano no da para consumir piezas de gama alta. Muchas veces el precio de una de estas prendas es el presupuesto total de ropa para un año. Por eso se han popularizado tanto las prendas de segunda mano, no solo en años recientes”, añade Cynthia Gómez.

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¿A quién le toca cambiar?

Si cuánto contamina la industria textil es un problema que implica a los consumidores y las marcas, ¿realmente en manos de quién está la transformación?

“Cada uno de nosotros puede contribuir a que la moda sea más sostenible haciendo cambios en nuestros estilos de vida, sobre todo invirtiendo en la longevidad de la ropa”, afirma Christian Stefanoni.

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De hecho, duplicar el número de veces que utilizas una prenda disminuye su huella de carbono en 44 por ciento, según datos de la Fundación Ellen McArthur. No es tan complicado: mientras más uses la ropa que ya tienes, menor necesidad habrá de comprar algo nuevo y menor demanda habrá en la producción de prendas nuevas.

Cuestionar el consumo y evaluar nuestro papel como consumidores es un gran punto de partida para darle solución a este problema. “El problema se genera –observa Gómez– por el consumo, ya que la industria responde al mercado. Los responsables somos nosotros como consumidores, y si nosotros generamos un cambio, las empresas van a tener que cambiar”.

Así, parte de las iniciativas de movimientos como Fashion Revolution tienen que ver con preguntarles a las marcas quién hizo tu ropa, y así fomentar la transparencia en sus procesos.

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“Nadie es ajeno a la moda –aclara el representante de la ONG–; está interconectada con todo: nuestra cultura, nuestra economía, nuestro medio ambiente y la percepción de nosotros mismos”. Como con todos los grandes cambios, se necesita la participación de individuos, particulares, y gobiernos que generen políticas públicas para regular las prácticas de los anteriores.

Un gran ejemplo de esto son las regulaciones que entraron en vigor este año en la Ciudad de México sobre la prohibición de los desechables, pues catalizan cambios en los hábitos individuales: si no te van a dar plato de unicel, tú llevas un contenedor.

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Ahora que sabes cuánto contamina la industria textil, ¡dale nueva vida a tu ropa!

Es importante ser conscientes de que muchas de estas alternativas tienen una huella ambiental y social. La mejor manera de disminuir el impacto ambiental de la moda es consumir menos y de manera más responsable.

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