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Félix de Azara dice, sobre el nombre común de esta ave, que es el que por excelencia le dan los guaraníes porque “lo canta altísima y claramente”, y que significa se acabó la yerba -según anotó en el manuscrito-.

Esa traducción es la más tradicional, e incluso existen leyendas al respecto, pero Arnoldo de Winkelried Bertoni le da otro significado en su Vocabulario Zoológico Guaraní (1913); para él es: agua poblada de hierbas.

Azara tuvo cinco ejemplares de esta especie dos machos adultos, uno joven, y dos hembras.

El primer macho adulto lo mató don Juan Machain en la inmediación del arroyo Cuarepotí el 14 de agosto de 1786; el macho joven lo obtuvo posteriormente y lo mantuvo suelto en su cuarto durante treinta días, hasta que huyó; a la hembra la compró un 25 de Mayo a los bárbaros payaguás; y, a los otros ejemplares (macho y hembra) los adquirió tiempo después que la anterior.

Anotó Azara en su manuscrito que los españoles llaman a esta ave gallineta; que la comen con gusto en salmis o de otro modo; y, que es bonita.

Nomenclatura

Sonnini sostiene que los caracteres que Azara reconoce de esta ave en la Grande poule d’eau de Cayenne (Buffon, tom. xv, pag. 282. - Gallinula Cayennensis [Aramides cajanea]) no son suficientes como para considerarlos de la misma especie, aunque es a la que más se asemeja su Ypacahá.

La Grande poule d’eau de Cayenne (Aramides cajanea) de Buffon aparece retratada en la estampa iluminada número 352 de Martinet, con el nombre de Poule - d’eau, de Cayenne.

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Fue Vieillot quien en 1819 le dio identidad al Ypacahá de Azara, que resultó ser una especie nueva para la ciencia; y le nombró Le Ralle Ypecaha, Rallus Ypecaha (Aramides ypecaha), en alusión a su canto (Nouv. Dict. Hist. Nat., 28, p. 568).

Costumbres

En cuanto a ellas nos dice Azara que el Ypacahá no vuela, sino muy hostigado, y entonces muy poco, casi como la gallineta; que habita los bosques vecinos a bañados y arroyos, cuyas orillas frecuenta -según le comentaron-; que no sube a los árboles; que solo sale de sus apriscos a comer por las tardes y madrugadas; que va siempre sola o a lo más con otra; y, que canta su nombre. Nada supo sobre su nido.

En el manuscrito comentó las costumbres de un pollo en cautiverio (el macho joven que tuvo durante tres meses en su cuarto), y en sus Apuntamientos las de otro, que llegó a ser adulto en la misma condición.

Del primero, dijo: “Vivía muy alegre, comía únicamente carne, y poco pasto, solía reñir y ahuyentar a un Acaé, y un Apereá; meneaba con frecuencia y prontitud verticalmente la colita, dormía echada o dobladas las piernas a veces en el suelo y otras sobre una silla donde había alguna ropa que le abrigase. Con frecuencia tomaba el pedacito de carne, y lo llevaba a grandes pasos a debajo de mi cama, y allí lo comía. Bebía levantando el pico como las gallinas. Cuando andaba despacio suspendía el pie, que levantaba como un caballo de brazos, y era muy veloz en la carrera. Llevaba la coleta elevada de modo que las alas la abrasaban por debajo”; y, del segundo:

“En casa de don Antonio Cruz Fernández, médico del Paraguay, soltaron un pollo en el corral, y desde luego comió calabaza, pan, carne y de todo, aunque prefería los gusanos. Cuando fue adulto reñía con las gallinas y gallos; y cuando estos esperaban de firme al ypacahá, este, incomparablemente más ligero, agachaba la cabeza, y metiéndose por entre las piernas del gallo le derribaba, dándole sin perder momento picotazos en el vientre y rabadilla antes que se levantase. Conocía cuando iban a poner las gallinas, y las seguía, echándose no lejos de ellas; y luego que soltaban el huevo, lo tomaba el ypacahá con el pico, y lo llevaba lejos, donde con cuidado lo agujereaba y bebía sin desperdicio; de manera que no se lograba un huevo en la casa. Se impacientaba si las gallinas tardaban en poner, y las echaba a picotazos del ponedero, persiguiéndolas y picándolas con rabia. Lo mismo practicaba en las casas vecinas, porque lo andaba todo y subía a los tejados; de modo que fue preciso matarle por las quejas de los vecinos. Sin duda hará en el campo mucho daño en los nidos si los encuentra. No se dejaba tocar; pero entraba en todos los cuartos de la casa, y si encontraba dedal, tijeras u otra alhajilla, la llevaba y escondía en las yerbas, y a veces en el barro. También pillaba con destreza los ratoncitos, los mataba y tragaba enteros”.

Caracteres

El manuscrito de Azara contiene la descripción de la hembra y los siguientes datos sobre el macho: ojo negro; lengua con varias puntas que parece gastada; tres dedos anteriores, el del medio y mayor con cuatro articulaciones, el exterior con cinco, el interior tres, y el posterior dos, todos sin membrana que los una; uñas agudas, algo corvas y pardas, la mayor de ocho líneas; el dedo mayor tres pulgadas escasas; el tarso desnudo, igualmente una pulgada y media de la pierna, y todo esto escamoso.

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