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Símbolo de opresión y dañino para la salud: mitos del corset que urge desmentir

Símbolo de opresión y dañino para la salud: mitos del corset que urge desmentir

Como te platicamos previamente, el corset está de vuelta y es una de las tendencias del año que más nos gusta porque le queda bien a todas las figuras, permitiendo experimentar con una diversidad de estilos. Sin embargo, los mitos del corset hacen que no sean la primera opción de muchas.

Por eso para que le pierdas el miedo y te animes a experimentar con esta prenda, hoy respondemos algunas de las preguntas más comunes en torno a esta pieza que se ha vuelto un favorito de la temporada.

Mitos del corset que debes dejar creer

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Cuáles son los orígenes del corset

Esta prenda ha tenido muchas teorías acerca de su origen. Unos aseguran que se remonta a la cultura minoica debido a que figurillas de sacerdotisas y diosas de la isla de Creta representan cuerpos voluptuosos con una prenda semejante a un corsé.

Otros, directamente lo ubican como un dispositivo de tortura de metal atribuido a una aristocracia europea y particularmente a Catherine de Medici.

Aunque rastrear sus orígenes es un poco más complejo, el corset —como ahora lo entendemos— se encuentra de forma comprobable en el Renacimiento de España e Italia.

Para el siglo XV, la moda femenina europea incluye vestidos que se enlazaban por detrás para hacerlos ver más ajustados y enfatizar el pecho. Otro precursor fue la vasquina, un body enlazado que se adjuntaba a la falda. Ambas, salidas de España e importadas a Italia y Francia.

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En estos países, la clase aristocrática del siglo XVI los establece como un sello distintivo de su posición social. Pero lejos de los mitos del corset que hoy lo rodean, estos mostraban un torso sin formas, cónico, recto y rígido.

El pecho se aplastaba y el corsé formaba una punta baja en la cintura. El corte era muy militar, algo similar a una armadura femenina. Posteriormente, llegaron los “whalebone bodies”, o “cuerpos de barba de ballena” que dieron paso al uso de materiales más rígidos como barba de ballena o caña común, manteniendo una silueta similar.

Estos fueron los primeros en destinarse también a la burguesía mediante un proceso de adaptación a las diferentes clases sociales que llegaría a su masificación comercial siglos después en la Revolución Industrial del siglo XVIII.

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Cabe acotar que en este punto los corset perdieron mucho de su “prestigio inicial”, pero de la misma forma se adaptaron a las necesidades de quienes lo utilizaban, por lo que no eran todos absolutamente rígidos al punto de imposibilitar el trabajo cotidiano, como se suele especular.

Cuál es el corset victoriano

Tras la Revolución Francesa, cualquier asociación con la aristocracia era no solo mal vista, sino incluso peligrosa, por lo que el corset perdió popularidad para el siglo XIX y desde 1790 se populariza el estilo neoclásico de cintura alta y suelta, conocido como “Empire Waist”.

Símbolo de opresión y dañino para la salud: mitos del corset que urge desmentir

No obstante, tras esa pequeña interrupción alrededor del 1800, el corset con ballenas no solo reaparece sino que se dispersa por la sociedad y 15 años después, las cinturas se vuelven el foco de la moda, tachando de “promiscuo” al estilo que tanto vemos en las novelas de Jane Austen.

Así, al llegar el siglo XIX, la sociedad victoriana lo utilizaría como distintivo de lo “puritano”, estableciendo uno de los mitos del corset más paradójicos, pues aunque en la década de los ochenta y dosmil este tenía más bien un elemento de sexualidad, es en este punto donde se comienza a hablar de la restricción al cuerpo femenino.

El motivo de esto es que la desaparición de los hombros exagerados, hizo que, para lograr la misma ilusión óptica de años previos, el enlazado fuera aún más apretado, dando origen a la forma más conocida del corset: la del reloj de arena.

Aunque también se hacía uso de relleno en el pecho y las caderas para conseguir la ilusión de una diminuta cintura, esta no fue la única diferencia para lograrlo. Por ejemplo, el corset se expandió de las caderas a varios centímetros bajo la cintura y la forma era más ondulada que de embudo.

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Si bien todavía había los que eran hechos a mano, muchos comenzaron a ser producidos en masa, algo no óptimo cuando se habla de esta prenda. Además, era utilizado por mujeres, niñas y niños; pero en estos últimos era para mejorar su postura, pero eso no evitó que surgieran desde entonces críticas a la prenda.

El corset es un símbolo de opresión a la mujer

A partir de estos dos momentos en la historia, se puede ya ver que en realidad cada época adoptó de diferentes formas el corset; desde sus diseños hasta sus significados, por lo que es difícil llegar a una generalización tan amplia como esta de una prenda que hasta nuestros días continúa evolucionando. Sin embargo, es de los mitos del corset más prevalentes.

Incluso en el caso del corset victoriano es algo complicado, pues autoridades masculinas conservadoras de la época, incluyendo doctores, se opusieron a la corsetería, así como una minoría vocal de las reformas de vestimenta.

Y retomando la importancia de un corset hecho bajo medidas y otros fabricados en masa, esto también hace que la idea de una prenda opresiva o restrictiva no sea siempre tan cierta como pensamos. Además, las mujeres no eran las únicas en usar corset.

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En el Renacimiento, cuando hablamos de la clase aristocrática, nos referíamos a toda la corte, no solo las del género femenino. Estos eran doublettes rígidos y acolchados, ajustándose también al modelo de restricción física aristocrático,que privilegiaba la rigidez y rectitud, así como las formas geométricas.

En su libro “El corset: una historia cultural”, Valerie Steel explica otro factor que muchas veces se omite: la agencia de las mujeres, no solo porque muchas lo defendían, sino también porque desde el siglo XVIII, la corsetería era ya un oficio que permitía a las mujeres obtener autonomía económica.

Cuáles son los tipo de corset

Al categorizar la prenda existen muchas formas de hacerlo, pero —de manera general e introductoria— al hablar de los corsets como prendas de ropa, hay dos modelos básicos sobre el cual se crean variaciones.

El primero es el overbust, que cubre desde el pecho a las caderas y dependiendo del tamaño de los senos, levanta o reduce el busto. Mientras que el segundo es el underbust, que cubre desde bajo el busto hasta la cadera y resulta ideal para reducir la cintura al tiempo que resalta los pechos y las pompas.

Pero la forma no es lo único a considerar al escoger un corset, contrario a lo que muchos mitos del corset nos hacen creer. La diferencia más importante recae en las barbas, cada una tiene un efecto diferente, y es esto lo que se debe tener en cuenta para comprar un corset.

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Los corsets con barbas de plástico son bastante firmes, pero no tienen un gran efecto reductor de cintura que algunas buscan, contrario a las barbas de metal que pueden reducir hasta 10 cm. Lo ideal es que un corset tenga barbas lisas en el frente y la espalda, para ayudar la postura, y barbas espirales alrededor, que son las que permiten el movimiento y la forma de reloj de arena, ya que son más flexibles.

Cuántas horas debo usar un corset

En teoría, no hay un horario preestablecido para usar el corset cuando se habla del uso que hoy le damos en la moda. Sin embargo, si lo que buscas es un tratamiento de reducción de cintura, estos deben seguir un tratamiento clínico de principio a fin.

No obstante, expertos aseguran que en estos casos no requieres utilizarlo más de 8 o 10 horas, pues con eso lograrás los efectos deseados y utilizarlo más tiempo en realidad no aporta ningún beneficio —como muchos mitos del corset aseguran— y podría tener consecuencias negativas.

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En cambio, como prenda cotidiana, siguen las mismas reglas que el resto de la ropa, pues al estar hechos a tu medida en realidad no deben ser incómodos o peligrosos en ningún momento y si lo son es una señal de que no es el corset para ti.

Qué hace el corset

Esta pregunta depende de lo que tú busques en un corset, pues como prenda sí estiliza tu figura, según la forma deseada y, en menor medida, también puede ayudar con tu postura.

Además, según la forma del corset también puede ayudar a acentuar el busto o la cadera. Igualmente, utilizarlos de manera constante brinda la posibilidad de mantener la piel de la espalda totalmente firme, impidiendo que se genere el efecto rollito que normalmente causan los elásticos que poseen los sostenes.

Sin embargo, cuando nos referimos a entrenadores de cintura, postura o tratamientos ortopédicos, estamos hablando de otro tipo de corsets que, nuevamente, tienen que ser orientados por personal profesional para cuidar tu salud en todo momento y no por internet, ya que hay muchos mitos del corset.

Además, al hacerlo bajo supervisión médica, también te aseguras de que el tratamiento será eficaz, pues los materiales de este tipo de corsets no son los mismos que aquellos de los que hemos hablado y estos son fundamentales para modificar los músculos y la postura.

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