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Aquello sí eran concentraciones: "Hay anécdotas que no prescriben, pero todo ha cambiado"

Aquello sí eran concentraciones: "Hay anécdotas que no prescriben, pero todo ha cambiado"

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"Por mucho que lo intente, no os lo voy a poder explicar". Así arranca Carlos Alonso 'Santillana' (67 años) su recuerdo de la concentración en La Martona, donde España se hospedó durante el Mundial del 78.

"Se pensaban que no nos íbamos a clasificar, porque nos jugábamos el pase en Yugoslavia en un campo complicadísimo, y claro, lo hicimos. Y para cuando nos quisimos dar cuenta ya estaban todas las selecciones con su hotelito en Buenos Aires y a nosotros nos tocó ir en furgoneta casi 100 kilómetros escoltados por la policía por delante y por detrás, en plena dictadura, hasta llegar a nuestro 'hotel', que era una especie de finca donde anteriormente habían estado animales. Nos metieron en una cuadra, no había calefacción. Sólo podíamos encender un aparato eléctrico de día: si lo dejábamos funcionando por la noche corríamos el riesgo de estallar por los aires. Dormíamos con mantas, hacía muchísimo frío y había heladas. Para ducharnos nos metíamos debajo de un tubo industrial. No había bañeras. Eso sí, los militares que nos cuidaban y sus mujeres, que nos hacían la comida, nos trataban genial", relata el exdelantero, quien reconoce que cuando se lo cuenta a sus hijos y nietos no le creen. "Alguno seguro que pensó en volverse al ver aquello, pero no podíamos regresar a España porque seguro que hubieran dicho: 'Mirad estos niños pijos que ya están de vuelta'".

El cántabro sabe muy bien qué son las concentraciones ahora en boca de todos, después de que hayan florecido propuestas para que los futbolistas se junten durante semanas con el objetivo de completar LaLiga en las mejores condiciones de seguridad. Algo en lo que, señala la AFE, "puede subyacer una situación inconstitucional". "Son importantes porque te marginas de tu vida diaria, te vas de donde está tu familia o entorno... Siempre es bueno concentrarte, al menos las últimas 24 de horas antes del partido para estar centrado. En los años 80 nosotros pedíamos permiso a los entrenadores para reunirnos. Camacho, Juanito y yo llevábamos la jerarquía del vestuario del Real Madrid y le pedíamos a Molowny, Beenhakker o Di Stéfano que nos dejaran hablar del partido, analizar al rival, ver cómo defendernos... Eran citas donde nos decíamos lo que necesitábamos y nos comíamos el coco para luego rendir en el campo", incide alguien que ve el origen real de las concentraciones a inicios de los 80.

"Fue ahí cuando nacieron. En el previo al Europeo del 84 ya las hicimos. Nos juntábamos en El Saler para dar paseos y comentar detalles. Hablábamos con Miguel Muñoz y le decíamos lo que pensábamos hacer. Ahí fue cuando arrancó todo. Luego vino la Quinta, en el 85-86, y todo siguió su curso", rememora alguien que se pone nostálgico al recordar el fútbol de antaño.

"Era otra cosa, todos amigos. No había ni medios ni redes sociales. No conocíamos bien cómo jugaban los otros equipos a pesar de los informes. Nosotros éramos amigos que después de entrenar nos íbamos juntos a tomar el almuerzo. No había ni representantes, ni abogados, ni secretarios ni nada, como es lógico. Ahora sí los tienen porque los necesitan, son empresas. En nuestro caso vivíamos sólo para jugar y por eso las concentraciones nos venían bien. El gran Juanito nos llevaba a capeas que le encantaban, aunque lo teníamos prohibido. Nos escapábamos y él, que era un genio, hacía cuatro cosas ahí con las vaquillas. ¡Qué tiempos!"

Las concentraciones de la selección siempre han dado juego por su naturaleza y extensión. Una de las más largas fue la que vivió 'La Roja' en el Mundial del 90. "Estuvimos más de 40 días en Udine. Era a la antigua usanza, no te dejaban descansar ningún día. No es como ahora, que tienes algún partido y ya hay reposo. Eran concentraciones superlargas. Estábamos a las afueras de la ciudad, teníamos una instalaciones fantásticas, eso sí, pero después de diez meses de temporada se hacía algo costoso. Las habitaciones eran dobles [a él le tocaba con Salinas]. Y no había ni internet ni redes sociales ni nada. Lo único que hacíamos era desear fuerte que arrancaran los partidos. Sufríamos un poco, pero también había momentos divertidos", señala Fernando Hierro, quien fuera capitán de la selección y del Real Madrid.

En aquella también estuvo Manolo Jiménez. "Fueron muchos días, pero es que los jugadores nos teníamos que recuperar de los esfuerzos de LaLiga. Todos los futbolistas estábamos centrados en el evento y fue útil", dice la leyenda sevillista y actual míster del Al-Wahda FC , quien reconoce que los tiempos han cambiado. "En eventos como Mundial o Eurocopa, donde el grueso de los jugadores son de diferentes equipos y no están habituados a jugar muchos partidos seguidos juntos, son necesarias para que el cuerpo técnico garantice que los futbolistas tienen una alimentación y un descanso adecuados para la competición. Hay más posibilidades de controlar a los jugadores, ofrecer charlas tácticas, visualizar a rivales y centrar para los partidos que se avecinan. Son importantes, pero también es cierto que cada vez los futbolistas tienen más información, medios y personas que velan por ellos. Por eso muchos equipos limitan las concentraciones a nivel de equipos y tampoco lo veo como un error".

La del Mundial de Estados Unidos tampoco estuvo mal, según Rafa Alkorta: "Fue la más larga porque antes de ir a Chicago estuvimos muchos días en Puente Viesgo. Eran amenas porque el grupo era divertido y porque Javi Clemente no era estricto en el tiempo libre que teníamos. Nos encantaban el hotel y la comida. En América también estuvimos genial. Como en aquella época no había nada, estábamos todo el día haciendo tertulias, jugando a las cartas y también hacíamos escapadas a la ciudad porque teníamos bastante tiempo libre. Yo compartía habitación con Hierro. Los recuerdos no son malos. En los Mundiales teníamos a las familias cerca, incluso después de algún partido podíamos estar con ellos. Pero las concentraciones más divertidas eran en Valencia. Cuando venía Camarasa y Jiménez podía pasar cualquier cosa, estaban todo el día ideando putaditas. Podían aparecer vestidos de payasos en el ascensor para pegarte un susto de muerte. Cuando estaba Claudio Barragán también era un show, nos reíamos mucho. Unos fenómenos".

Un exinternacional que las refresca con mucho cariño, porque las cosas que se vivían ahí "son en parte la salsa", es Miguel Ángel Nadal: "Una vez se programó un 'atentado' contra un utillero a las diez de la noche. Estaba preparando la ropa, se apagaron las luces y le pasamos la máquina de afeitar por la cabeza. Le dieron un susto importante porque parecía que le habían pegado dos chupaditas de vaca. Recuerdo otra anécdota en un stage con el Barça. Estábamos en Holanda corriendo por un bosque, nos guiaba Van Gaal en bicicleta. Él iba marcando el ritmo y se perdió por ir rápido, la gente comenzó a cabrearse y todos terminamos desperdigados. Al principio siempre cuesta ir a la concentración, pero cuando estás allí lo pasas bien. Además de las de la selección, lo normal es hacer las de pretemporada con el club fuera y luego antes de los partidos importantes. Entrenábamos en dos sesiones habitualmente y después le dábamos a las cartas, al parchís y a diferentes juegos para matar el tiempo. A mí me gustaban porque nos elevaban el ánimo y hacían que los jugadores nos uniésemos. Antes de los partidos de Copa de Europa también nos resguardábamos en el Hotel Juan Carlos I o en el Reina Sofía, ya con el Mallorca las vistas eran mejores porque teníamos el mar cerca (risas). Ahora prácticamente se vuela en el día y es diferente".

Al hablar de concentraciones y de grupos parece imposible no acordarse de Pepe Reina, actual portero del Aston Villa y uno de los dinamizadores de La Roja en su época dorada: "Las que se hacen en torneos largos son fundamentales. Que haya buen ambiente y no sea tediosa hace que todo sea más fácil en el campo. Recuerdo con especial cariño la de 2008, donde se formó un grupo humano espectacular. De los 23 convocados, había noches que nos juntábamos 18 en mi habitación para jugar a las cartas o charlar. Eso es lo que se busca, dinamizar un poco tantos días lejos de los nuestros. Son fundamentales, yo siempre he intentado ser positivo y animarlas aunque también hay momentos de bajón donde toca arrimar el hombro. ¿Quién no ha echado de menos a sus familias en 40 días? Para eso están los compañeros, para desahogarse y hablar de todo. A los que tengan buen espíritu de vestuario hay que ponerles un 10 porque la lógica dice que ellos son los equipos ganadores".

Claves en la gestas blancas

Aquello sí eran concentraciones:

"Hay anécdotas que no prescriben, no se pueden contar", avanza Antonio Maceda, exjugador del Real Madrid partícipe en varias de las grandes noches europeas en las que el club blanco se abrazaba a su público y a la épica para pasar de ronda. "El año del Borussia quizá fue el más espectacular. Nada más acabar el partido ya se cultivó el ambiente. La concentración que hicimos fue determinante. Se armó la de Dios allí, algo completamente diferente a lo que había vivido en la Selección o en el Sporting. ¡Menudos chillidos, a gritos no ganaba nadie a Camacho! Juanito también tiraba mucho del carro. Eso sí, yo estaba con 'El Soso' (Gallego), que era de descansar mucho y hablar poco. Te decía 'hola' al inicio y luego se pasaba el resto durmiendo hasta llegar al estadio. No cruzabas otra palabra con él, pero era un fenómeno porque con gestos se lo sacabas todo. El resto jugábamos a las cartas y nos distraíamos como podíamos. Ya de camino al campo, para ese partido en concreto, fue una locura. Creo que fue la primera vez que nos quedamos calentando en la caseta sin salir al césped, para que cuando saliéramos a jugar la gente explotara. Habíamos perdido 5-1 en Alemania pero estábamos convencidos de que íbamos a ganar y salimos con mucha intensidad. Ellos tenían futbolistas espectaculares que se cagaron por abajo. Todo esto lo permitían las concentraciones", recuerda alguien que veía más determinantes ésas que las de España.

"Eran muy diferentes, porque con la Selección te reunías después de haber estado toda la temporada juntos en el Madrid, donde a su vez ya había concentraciones para todos los partidos. Hacías todo lo posible para motivarte, pero con la selección no estuvimos a la altura. Con el Madrid sí, vivimos noches mágicas y fueron en parte por esas reuniones".

Según Martín Vázquez, han cambiado muchísimo dentro del propio club blanco. "Por un lado están las concentraciones de pretemporada y luego están las otras, las de los partidos. Nosotros nos concentrábamos siempre hasta para jugar en Liga en casa. Para jugar en Copa de Europa un miércoles ya estábamos desde el lunes, ahora todo eso se ha reducido. Las del inicio del verano también han cambiado, porque antes estábamos durante una semana en un sitio de montaña y luego íbamos bajando altura pero seguíamos estando concentrados. Ahí nos daban un zumo y a correr toda la mañana, después ducharte, comer y por la tarde más campo, pero a veces ni te apetecía porque te dolía todo. Eso no existe ahora por regla general, sobre todo en los grandes equipos porque ahora hay partidos internacionales en pretemporada y el poder económico ha cambiado mucho". Pero hay más diferencias: "Antes estábamos dos en la habitación y ahora son individuales. En nuestra época, si al principio no te conocías, podías ir concentrado con un compañero y luego ir cambiando según encajases. Butragueño estaba con Sanchís, yo iba con Hugo Sánchez y Míchel estaba con Gordillo... A veces no era fácil porque uno estudiaba y el otro no, a uno le gustaba acostarse pronto y a otro más tarde. Lo bueno es que las plantillas se mantenían más que ahora y había parejas establecidas. Uno ya sabía si le molestaba una luz, cuándo le apetecía leer. Pero nos lo pasábamos todos bien jugando al mus o la pocha. Sé que este Madrid tiene billares, futbolines, Play Station, etc", señala mientras recuerda gracietas que hacían a compañeros.

"No teníamos consolas, pero nos divertíamos escondiéndole a alguno la ropa para que cuando viniese de ducharse no tuviera nada. A otro compañero le quitábamos las botas para que no pudiese jugar o incluso la bicicleta para que no pudiera volverse a casa... Siempre ha habido picaresca pero en esos detalles estaba la diversión, me acuerdo de que si llegabas tarde a merendar te multaban y a nadie le gustaba rascarse el bolsillo porque no se cobraba tanto. También era habitual que te dieran buenos castañazos por el pasillo si no cumplías con algo. Lo que echas en falta una vez que dejas el fútbol es esto, el día a día y las chorradas que pasan en el bus o las anécdotas de las concentraciones. Son todas esas vivencias lo que te marca".

Una reunión secreta para decir adiós al mal fario

El Real Madrid llevaba 32 años sin ganar la Copa de Europa. Fue en una reunión secreta, fraguada en la habitación de masaje, donde se ajustaron las claves para conquistar la Séptima. "Los que mejor lo cuentan son Mijatovic o Hierro", avanza el capitán Manolo Sanchís pasando la tostada a Fernando.

"No fue algo organizado. Poco a poco nos fuimos juntando gente en la habitación la noche anterior. Allí estábamos jugadores, médicos, utilleros, masajistas... Era una forma de estar juntos y de darnos fuerza el uno al otro. Fue una cosa espontánea. Fueron viniendo uno a uno y nos juntamos todos. No hubo ningún discurso memorable pero nos contamos anécdotas, nos reímos y eso facilitó que nos fuésemos a dormir de otra manera, porque había mucho respeto antes de una cita así. Fue muy bonito, nos animamos entre todos", apunta el malagueño.

Ahí también estaba Dani García, quien corrobora la versión: "Se habló del rival, nos motivamos entre todos... Pero en aquella concentración, como las de esa época, también hubo tiempo para las cartas, la pocha y los primeros móviles. No había más alternativas". Tocaba liberarse de tensiones. "Nos jugábamos mucho y había presión, esa reunión vino bien. Desde que aterrizamos en Ámsterdam sabíamos lo que se nos venía encima", dice Sávio Bortolini.

Aliadas de los entrenadores

Para los entrenadores, las concentraciones son como una bendición. Así lo reconoce un histórico de nuestros banquillos como Jabo Irureta: "Lo más divertido que puedo contar es cómo Arsenio iba revisando las habitaciones para ver si alguno se había escapado. Son varios los casos de futbolistas que se escapaban porque a muchos se les hacía duro, los jugadores de antes eran más tibios. Cuando era jugador en el Atleti siempre íbamos a comer al hotel de San Lorenzo del Escorial. Llegábamos el viernes por la tarde, después íbamos al cine del pueblo a ver una peli y el domingo después de comer regresábamos a Madrid para jugar. Después, ya como entrenador, te sirve mucho para poner a tono el equipo y conocer de primera mano lo que tienes".

Una opinión que secunda Víctor Sánchez del Amo. "Tanto como jugador como entrenador siempre lo he tenido muy claro. Las concentraciones tienen tres objetivos: favorecer el descanso, controlar la alimentación y fomentar el trabajo de la cohesión de grupo. Se usan para esto y hay que encajarlas en los momentos oportunos que se requieren para trabajar esos conceptos. En las pretemporadas obviamente vienen muy bien porque llega gente nueva. A lo largo de la temporada, con las competiciones y los hábitos adquiridos, van perdiendo importancia. Además, cada vez es más habitual que los jugadores desayunen y coman en el campo de entrenamiento. En momentos importantes, como choques clave, también viene bien aislar al equipo para estar centrados. En el caso que hay ahora mismo con la pandemia tiene que ver un poco con una situación como la de la pretemporada, donde hay que entrenar más y hay que vigilar el descanso y la alimentación. Lo que pasa es que a todos nos gusta estar en casa más que en otro lado, sobre todo a los jugadores, porque cuando viajas tanto pues te gusta estar en casa porque entre pretemporadas, viajes y partidos te pasas más tiempo fuera que dentro", señala antes de destacar una de las anécdotas más curiosas de las que le ha tocado vivir en este tipo de situaciones.

"Yo empecé a beber cerveza por un stage con el Real Madrid en Suiza. Subíamos varios chicos del filial que no habíamos probado el alcohol, pero uno de los rituales de los veteranos después de los entrenamientos y antes de la comida, en una de las terrazas cercanas al hotel, era tomar una cerveza y pasar un rato de convivencia que era muy positivo para el grupo. A los chavales nos miraban mal por pedir una Coca Cola y por eso empezamos a pedir cerveza, más que nada para integrarnos. De ahí en adelante muchos jugadores del filial nos convertimos en seguidores de la cerveza, siempre con un consumo moderado claro".

Toca adaptarse

Según los expertos, es comprensible que a los futbolistas les cueste ahora dar este paso. "Algo que a veces se nos olvida es que, antes de ser deportistas, son personas. Llevan casi dos meses aislados en sus casas como todos los ciudadanos y el hecho de plantearles la idea de volver a estar confinados de nuevo produce rechazo como nos pasaría a cualquiera. Esta situación no es la más idónea para trabajar a un alto nivel y poder rendir como se requiere. Aquí las emociones tienen un papel muy importante y encontrar un orden dentro de este caos resulta necesario", nos cuenta Lorena Cos, psicóloga deportiva que incide en la rareza de las circunstancias.

"Es normal que el deportista sienta malestar al separarse de su familia, no sólo por el tiempo que ha estado en casa conviviendo sin salir, sino por lo que supone dejar el hogar en una situación crítica como la que vivimos. El deporte es importante pero la salud lo es más, por lo que tomar las medidas que sean necesarias para mantenerse fuertes es algo vital para poder seguir. En estos momentos aparecerán muchas inseguridades y temores puesto que no sabemos cómo va a evolucionar. Temer por la propia salud y la de los suyos es humano, porque el riesgo cero no existe. Por eso es lógico que se planteen que si hay riesgo igual es mejor no jugar", explica antes de sacar el lado más positivo. "El deporte es necesario y es más, el regreso de la competición ayudará a mejorar el bienestar psicológico de muchas familias. Pero no nos olvidemos de que los deportistas también lo pasan mal y han vivido esto como todos. Tienen derecho a sentirse inseguros e incluso desprotegidos ante la presión social de que esto se reanude. Pero es momento de aceptar cambios y de adaptarnos, vamos a tener que empezar a convivir con ello: buscar estrategias y hacernos fuertes poco a poco. El contexto del deportista es fundamental para poder rendir a un alto nivel por ello encontrar un equilibrio resultará fundamental para acabar la temporada en las mejores condiciones".

En la misma línea se muestra Alkorta, actual director deportivo del Athletic: "A estas alturas de temporada meterte en una concentración es más duro porque es otro contexto completamente diferente. No sé si va a ser una, dos o tres semanas de concentración lo que se estará para terminar LaLiga. No creo que esté todo confirmado. Está claro que no es fácil pero tiene que ir dentro del protocolo de Sanidad, veremos qué pasa al final porque AFE no está de acuerdo con esta premisa". Para Martín Vázquez, que en su época como míster de Extremadura ya casi no tenía concentraciones, reconoce que "lo que se está planteando no tiene mucho sentido pero sí que todos tendrán que hacer dos o tres semanas de entrenamientos para volver a recoger la forma.Lo de las concentraciones en esta ocasión no lo tengo tan claro. Que algún equipo pueda estar concentrado, puede ser, pero creo que tampoco deberían estar todos juntos a ver cómo se desarrolla el protocolo".

Irureta va más allá: "Es una circunstancia la que estamos viviendo más problemática porque claro, estamos en una situación donde puedes contagiar casi hasta estando concentrado. Para ellos es mucho sacrificio estar tanto tiempo lejos de sus familias. Es una decisión muy difícil el poder decir si es conveniente o no. Creo que hay que velar por la salud y no tener síntomas ni hechos que puedan acarrear luego una enfermedad. Nosotros lo asumíamos bien, aunque a los jugadores se les hacían muy largas. Ahora es diferente y entiendo lo que piensan los futbolistas".

Habituales en otros deportes

En el deporte rey han ido perdiendo cierto peso, pero en otras disciplinas están a la orden del día. En ciclismo, por ejemplo, lo habitual es que un profesional pase más de 200 días al año fuera de casa. Bien lo sabe Carlos Verona, corredor del Movistar Team que cuando tenía 18 años ya se las 'preparaba' por su cuenta en Navacerrada. "Me iba solo cuando corría en el Burgos y lo estaba compaginando con la Universidad. Aprovechaba para irme unos 15 días o así y me quedaba en el Hotel El Corzo o en el Pasadoiro, que está justo arriba. Me escapaba con intención de desconectar y poder mejorar mi condición. Luego, ya en los equipos profesionales, mis equipos (Mitchelton, QuickStep o Movistar) no han sido muy de hacer concentraciones en altura. Yo sí las he seguido haciendo como una que realicé en Sierra Nevada hace un par de años, la que completé con Colombia, otra antes del Giro... Pero sí, recuerdo con cariño aquellas escapadas iniciales a Navacerrada, me servían para desahogarme", recuerda ahora desde su domicilio en Andorra.

Carlos Barredo, exciclista y actual preparador físico del equipo Kometa, sabe muy bien lo que son las concentraciones: "Pensando en un ciclista de nivel medio del World Tour o de categoría Continental Profesional, puede estar fuera de casa al año unos 180 días sólo con las concentraciones, días previos, competiciones... Todos los equipos hacen dos concentraciones, una primera de ocho como previa y otra segunda de 15 más centrada en objetivos de rendimiento además de dos concentraciones de altitud que son muy duras porque estás metido en un hotel y te dedicas sólo a entrenar y descansar. Si no se tiene muy asimilado el trabajo en altitud, los días mínimos que se tienen que hacer son 21 para tener efecto más los 80 días de competición con los días previos. Si lo sumas todo, te vas casi a 200 días fuera de casa al año".

El asturiano reconoce que algunos de los momentos más divertidos los vivió en concentraciones: "En mis primeros años, con Manolo Saiz, era habitual que todos los nuevos se disfrazaran una noche y tuvieran que dar un discurso encima de la mesa. Era una manera de romper el hielo y empezar a crear grupo. Después, en QuickStep, quizá éramos algo más brutos. A uno de los jóvenes, en una parada en el baño cuando estábamos cerca de llegar al hotel, le quitamos la rueda de delante y al rato apareció el chico descalzo con la bici sin esa rueda y no dijo nada. A mí también me la liaron en ese equipo, estaba hablando un día por teléfono y me pusieron cinta por todo el cuerpo, como una momia. Me dejaron en la recepción del hotel sin poder moverme durante más de dos horas. Al final son momentos para que los deportistas se conozcan mejor y que después eso se traduzca en trabajo en equipo y rendimiento deportivo".

"Las más importantes son las que se hacen en altitud, unas las haces para preparar una vuelta grande (que se suelen hacer en Tenerife o en Sierra Nevada), donde el equipo te pone todo a tu disposición aunque se hacen un poco monótonas. Y las otras las haces con compañeros para hacer piña, reconocer etapas... Es cierto que hay gente a la que se les hacen pesadas y les pasa factura, aunque creo que las que se están planteando ahora para el fútbol estarían bien, porque serían la manera de arrancar aunque son deportes diferentes. En cualquier caso, en el ciclismo te hacen crecer aunque ahora son situaciones extrañas porque venimos de estar confinados y 'encerrarte' otra vez es complicado", añade Samuel Sánchez, podio en Tour y Vuelta y único campeón español en ruta de unos Juegos Olímpicos. Los ciclistas son sin duda los 'reyes de las concentraciones', que se lo digan a David de la Cruz (actualmente en el UAE).

"Nuestro deporte tiene muchas. Este curso hicimos ya una en diciembre en Benidorm con todo el equipo, luego en enero otra con varios grupos repartidos. A mí me tocó en Sudáfrica, ahora teníamos otra prevista para antes del Giro en Sicilia y también había antes del Tour y de LaVuelta. Son muy importantes porque nosotros somos un equipo de 30 corredores y sólo nos juntamos todos en las concentraciones. En otros equipos ha habido ciclistas a los que sólo les he visto allí porque luego en carreras no hemos coincidido y también son importantes por el tema de ajustar material. En otros deportes eso lo puedes hacer en los entrenamientos diarios, pero en el nuestro no porque cada uno vivimos en países diferentes. Además, entrenas en altura con objetivos claros y con tu equipo de trabajo (masajistas, mecánicos, directores, chefs...) y eso crea un calvo de cultivo importante para la carrera. Ojalá este año se vuelva pronto a la normalidad, no sólo por nosotros sino por todos", explica el catalán, presente en aquella novedosa concentración de Sierra Nevada que todos destacan como decisiva en el triunfo mundialista de Alejandro Valverde en 2018.

Famosas son también otras concentraciones como las que dibujan los boxeadores para preparar grandes combates donde realizan una vida monacal que no siempre es sencilla de seguir. Varias fueron las ocasiones en las que pillaron a Tyson saltándose esa disciplina. Los que tienen imposible escaparse son los deportistas surcoreanos e incluso los chinos, que preparan los Juegos desde varios años antes encerrados en una especie de cárceles deportivas donde no hay vida más allá de los entrenamientos, la buena alimentación y el descanso. En España, los nadadores 'temen' las ideadas por Fred Vergnoux, entrenador jefe de la Real Federación Española de Natación (RFEN), quien para intentar lograr sus objetivos convierte durante meses a sus deportistas en 'soldados del agua'.

En hockey ocurre más de lo mismo, para llegar acompasados a citas importantes plantean concentraciones de casi dos meses donde juegan los máximos partidos posibles para aterrizar conjuntados en las grandes citas, aunque no parecen tan duras como las que hacen en rugby, en las que, para realizar sus test, se pasan varias semanas en el otro hemisferio del planeta. Todo para poder triunfar en las competiciones más prestigiosas. Ahora, en LaLiga, se trataría de realizarla para terminar el campeonato.

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