Loading...

ELMUNDO.ES | SUPLEMENTOS | MAGAZINE 356 | La auténtica reina del armario

ELMUNDO.ES | SUPLEMENTOS | MAGAZINE 356 | La auténtica reina del armario

Nada puede competir en destrucción con una guerra mundial, pero en ningún otro periodo histórico como éste se han alcanzado tantos avances científicos. El primer ordenador, el radar, el motor a reacción, el bolígrafo, la energía atómica... Todos estos hallazgos surgieron en un momento de crisis para contrarrestar a un enemigo temible que también luchaba al límite de sus fuerzas por su supervivencia. La camiseta, uno de esos grandes inventos de la Historia de la Humanidad, nació en las embarradas trincheras de la Gran Guerra, en el frente francés, y tuvo como protagonistas a los soldados de la fuerza expedicionaria de EEUU.

Según afirma en sus estudios sobre esta prenda Ingrid Mendelsohn, del Smithsonian Institute de Washington, aquellos molestos y pesados atuendos interiores —los Long Johns de una pieza— no facilitaban el esforzado trabajo de la tropa, por lo que pronto llamó su atención la ropa interior que vestían los infantes galos, sus compañeros de armas en aquella contienda: una especie de chaleco de algodón que se complementaba con unos calzones cortos. Es decir, dos piezas ligeras fáciles de lavar y cómodas de llevar. Ante tamaño descubrimiento, los yanquis cortaron sus largos calzones por la cintura a la francesa. La prenda superior resultante tenía forma de T mayúscula y puede considerarse como la madre de la actual T-shirt. En 1918, cuando terminó la I Guerra Mundial y los soldados regresaron a EEUU, llevaron consigo sus nuevos atuendos y los convirtieron en la nueva prenda interior masculina de América. Los clásicos Long Johns quedaron para los ancianos y las películas del Oeste.

Transgresora y rebelde, barata y atemporal, versátil y adaptable, uniforme de batalla y tarjeta de presentación, su diseño ha cambiado nuestra forma de vestir y casi de pensar. Su uso marca la transición ideológica del siglo XIX al XX: la voz de la camiseta es la del individualismo.

Por supuesto, también hay quien afirma que su nacimiento viene de mucho antes. Según asegura el historiador Harold Lipson en su obra The British Story, los marinos de la británica Royal Navy ya usaban, en los primeros años del siglo XX, gruesas zamarras de algodón para combatir el frío. Esta prenda formaba parte del uniforme de las dotaciones de barcos de guerra y submarinos, pero no poseía ni mangas ni su característica forma de T mayúscula. Por su parte, Vicent Minetti, experto en historia de la moda del Metropolitan Museum de Nueva York, contextualiza la aparición de la camiseta como prenda civil en los años 20 del siglo pasado, justo en el momento en el que dejan de usarse masivamente las chimeneas y se instala en los hogares la calefacción central. "Así, los caloríficos calzones de una pieza se extinguen a favor de la ligera ropa interior de dos piezas: camiseta interior de tirantes y calzoncillo", afirma Minetti.

En aquellos años, obreros y deportistas adoptaron la prenda con rapidez. Empresas como Hanes, Fruit of the Loom, Roebuck & Co y Sears se lanzaron a conquistar un mercado virgen pero ávido de cambios. Los nazis copiaron su diseño y la impusieron como uniforme de gimnasia para sus juventudes hitlerianas. Y en la II Guerra Mundial ya formó parte del uniforme oficial de marinos, soldados y pilotos de todos los ejércitos. El 13 de julio de 1942, ocupó por primera vez una portada de revista ilustrada: Life publicó una fotografía donde aparecía un soldado marcando músculo bajo una camiseta con el letrero Air Corps Gunnery School. Las Vegas.

ELMUNDO.ES | SUPLEMENTOS | MAGAZINE 356 | La auténtica reina del armario

Pero sería la vanguardista Coco Chanel quien se convertiría en una de las responsables de que esta muda interior pasara a convertirse en la prenda externa más usada del planeta. En los años 40, con unas mangas más largas —francesas— y con sus características rayas marineras, abanderó una metamorfosis que derivaría, según ella, "en la mejor presentación erótica de uno mismo". El cine, ese gran escaparate de estrellas y tendencias, tuvo en Marlon Brando al actor que más ha hecho por sacar del cajón de la ropa interior a la clásica camiseta blanca y vestirla luciendo músculo. Su interpretación de Stanley Kowalski en Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) le catapultó a la categoría de mito viviente y ayudó a apuntalar la imagen de outsiders a todos aquellos que vestían camisetas interiores bajo la chupa de cuero. Algo parecido sucedió con James Dean, otro icono juvenil que aparecía en Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955) con un modelo parecido al que llevaba Brando. Más tarde, esa actitud antisistema se reforzó gracias a Peter Fonda y su imagen de motero indómito en Easy Rider (Dennis Hopper, 1966).

En los años 60, personajes clave como Edie Sedgwick —la chica del momento, que la combinó con pantalones pitillo—, el cantante Jim Morrison o un jovencísimo Mick Jagger la impusieron entre los jóvenes como elemento cool que rompía con los atuendos apolillados de generaciones anteriores. Además, fenómenos como la irrupción del surf en las playas de California —la camiseta es imprescindible en el uniforme de los surferos—, la revolución sexual o la universalización de la televisión como espoleta de modas y tendencias dispararon las ventas entre el gran público, lo que provocó una mayor oferta de cortes, tallas, formas y colores. "La camiseta es tan versátil en cuanto a formas y usos que ha dejado de ser una prenda de ropa para convertirse en un símbolo social. Es un exponente de libertad, en un doble sentido: permite libertad de movimientos, porque es una forma muy cómoda de cubrir el cuerpo, y libertad de ideas", afirma Miguel Ángel Pascual, director del Centro Superior de Diseño de Moda de la Universidad Politécnica de Madrid.

Políticas. La camiseta vivió épocas de apogeo en los 60 y los 70. La adoptaron desde ídolos musicales como Elvis Presley hasta líderes sociales como Angela Davis. Se usaron como pancartas para protestar (por la causa feminista, por la igualdad de derechos de los afroamericanos, a favor de las revueltas de Mayo del 68 en París...). En esa época, nació una camiseta emblemática que hoy se sigue vendiendo como símbolo de libertad: la estampada con la cara del Che Guevara. En los 80, se apropiaron de ellas los grupos punk como Sex Pistols y The Ramones, que las convirtieron en uniforme oficial de tribus urbanas de todo el mundo.

Por el camino, a lo largo de su corta historia, también ha ido perdiendo tela y pegándose cada vez más al cuerpo. ¿El objetivo? Resaltar las curvas o atenuarlas, enseñar la cantidad justa de carne, insinuar en algunos casos, provocar en muchos otros... La película Abismo (The Deep, 1977) ofrecía su momento álgido en una secuencia inicial en la que Jacqueline Bisset salía del agua con una camiseta empapada que dejaba al espectador adivinar sus encantos bajo el tejido. Hoy, los concursos de miss camiseta mojada de, por ejemplo, algunas discotecas de Benidorm son deudores de aquella lúbrica escena.

Su vertiente más política comenzó en 1948, cuando se utilizó por primera vez como soporte publicitario en una campaña electoral. Fue en EEUU y se enfrenaban en las urnas Thomas E. Dewey y Harry Truman. El eslogan Dew it for Dewey (Rocíelo todo con Dewey) lucía en el frontal de aquellas t-shirts para pedir el voto republicano. En 1952, Eisenhower —con el lema I like Ike (Me gusta Ike)— copió una fórmula que luego proliferaría en los mítines de los políticos de todo el mundo. Desde la Patagonia hasta Siberia, no hay candidato que no cuente con la camiseta como medio propagandístico. Por otro lado, el primer ejemplar con fines publicitarios —al margen de los electorales— pudo verse por primera vez en la película de Jean Luc Goddard Al final de la escapada (1959), donde una bella Jean Seberg con el pelo a lo garçon pasea por París repartiendo periódicos con una t-shirt del Herald Tribune.

Desde los años 60, han sido los diseñadores más prestigiosos los que más han metamorfoseado hasta el infinito su formato: en 1962, Christian Dior la introdujo por vez primera en su colección de Alta Costura. André Courrèges e Yves Saint Laurent, en los 70, las lanzaron en las pasarelas con los logotipos de sus firmas para captar la atención de las mujeres, que habían empezado a usarla como prenda exterior en los 50. A finales de los 80, Adolfo Domínguez le dio otra vuelta de tuerca al combinarla con americana para liberar a los hombres del incómodo trinomio traje-camisa-corbata. Su mejor creación se llamó Sonny Crockett, el personaje que interpretó Don Jonson para la serie Miami Vice. Jean Paul Gautier la reinventó en los 90 gracias a sus diseños marineros. Giorgio Armani la utiliza como trapito fetiche en todos sus desfiles hasta el punto de que él mismo no viste otra cosa que no sean camisetas blancas o negras. A mediados de los 90, el español Custo Dalmau introdujo el concepto de la personalización gracias a su estilo rompedor y colorido. Sus camisetas conquistaron el mercado americano cuando los estilistas de series de televisión como Friends o Sexo en Nueva York empezaron a vestir a sus actores con modelos Custo.

Negocio. Además, según afirma la experta Pietra Rivoli en su libro The Travels of a T-shirt in the Global Economy, ningún otro artículo define mejor la relación capitalista entre las potencias occidentales y los países en desarrollo. El algodón con el que se fabrica se extrae de las plantaciones del sur de EEUU, que domina la mayor parte del mercado. Después, viaja hasta las fábricas de las afueras de Shanghai, en China, país que actualmente produce más de 360 millones de camisetas de algodón al año. De nuevo regresan al primer mundo para su venta, un negocio que asciende a 500 millones de euros al año en todo el planeta, donde existen en circulación más de un billón y medio de unidades. Sólo en nuesatro país, por ejemplo, el 70% de los hombres y el 40% de las mujeres tienen en su poder más de 10 unidades. Por último, las que desechamos en Occidente regresan a África y Asia para formar parte del mercado de segunda mano.

Sobre camisetas con mensajes divertidos, atrevidos y hasta picantes, enwww.zetaloca.com

Artículos relacionados