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¿Por qué nos enamoramos de los ángeles de Victoria’s Secret?

¿Por qué nos enamoramos de los ángeles de Victoria’s Secret?

En 2008, Klum volvió a lucir un gigantesco lazo de lentejuelas en la espalda y cadenas de diamantes alrededor de su minúsculo conjunto de ropa interior carmesí; en 2010, Isabeli Fontana lució un mono metálico deportivo y un sujetador plateado, portaba un par de mancuernas. Karlie Kloss, como un sexy caballito de mar; Adriana Lima, como una sexi superheroína, y Joan Smalls como una sexy tigresa que salta a través de… ¿un falso aro de fuego?

Sin embargo, antes de descartar esta pompa como una vergonzosa mancha en la cultura colectiva, quizás deberíamos hacernos una pregunta diferente: ¿por qué ha funcionado durante tanto tiempo?

¿Por qué nos enamoramos de los ángeles de Victoria’s Secret?

Al fin y al cabo, el desfile de Victoria’s Secret, que duró desde 1995 hasta 2018, se emitió en más de cien países, fue visto por millones de personas en todo el mundo y contribuyó a generar casi 7000 millones de dólares en ventas anuales. La empresa invirtió grandes cantidades de capital para comprar legitimidad frente al mundo de la moda y ante la mirada de los seguidores de la industria.

Antes de que los desfiles de moda de la temporada de crucero viajaran por el mundo, los de Victoria’s Secret también lo hacían; cuando la pasarela aterrizó en Francia en 2016, se celebró en el Grand Palais, el lugar normalmente reservado para Chanel. Olivier Rousteing (de Balmain), Clare Waight Keller (entonces de Chloé) y Riccardo Tisci (entonces de Givenchy) estuvieron entre el público. Lady Gaga y Bruno Mars se disputaron la actuación. El sujetador de fantasía y las alas fueron cubiertos como auténticas noticias de la industria por Harper’s Bazaar, Vogue y Elle (y, en ocasiones, The New York Times).

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