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Sharon Stone íntima: un abuelo abusador, sus coqueteos con la muerte y cómo fue engañada para la icónica escena de “Bajos Instintos”

Sharon Stone íntima: un abuelo abusador, sus coqueteos con la muerte y cómo fue engañada para la icónica escena de “Bajos Instintos”

”La belleza de vivir dos veces” es una confesión descarnada. Sharon Stone cuenta por primera vez los detalles de sus coqueteos con la muerte, revela que fue abusada por su abuelo cuando era una niña y expone los trapos más sucios de Hollywood. En su explosiva autobiografía, la actriz estadounidense de 63 años, ganadora de un premio Emmy y de un Globo de Oro, además de nominada al Oscar, relata sus esfuerzos por reconstruir su vida y carrera tras la grave hemorragia cerebral que padeció en 2001.

Estoy orgullosa de mis cicatrices, incluso de aquellas que no se pueden ver”, admite la actriz en el libro que acaba de salir a la venta. Para Stone, escribirlo fue una especie de viaje, de encuentro y perdón con su pasado. “He aprendido a perdonar lo imperdonable”.

Dos décadas después y completamente recuperada de los graves problemas de salud que casi le cuestan la vida a los 43 años, la eterna sex symbol del cine cree que esta experiencia la hizo más fuerte y más capaz de lidiar con traumas pasados. Las dificultades que halló y el valor que debió mostrar para regresar a una industria que la excluyó en su peor momento salen a relucir en este libro de la actriz nacida en Meadville (Pennsylvania) en 1958.

Sobrevivir para contarlo

Stone ha salpicado sus memorias de encuentros cercanos con el más allá, incluida una casi decapitación cuando era adolescente y el derrame cerebral, después del cual se le dio un 1% de posibilidades de sobrevivir. No se olvida tampoco de sus muchas relaciones abusivas con hombres tanto en Hollywood como cuando era niña.

La diosa de la pantalla grande dice #MeToo y se lanza contra los depredadores de la industria detallando una serie de situaciones desagradables de acoso sexual que ha soportado a lo largo de sus 40 años de carrera. También habla de ser una mujer “difícil” en el negocio y su papel más icónico: “Se trata de algo más que un echar un vistazo a mi falda”.

Mientras repasa su trayectoria, no olvida de mencionar a un productor que la presionó para que tuviera sexo con un actor para conseguir más química ante las cámaras y detalla cómo el director de “Bajos Instintos”, el holandés Paul Verhoeven, la engañó para que se quitara la ropa interior para la famosa escena del interrogatorio, alegando motivos técnicos.

También cuenta un extraño episodio que vivió en el peor momento de su vida: un médico aumentó el tamaño de su busto sin su permiso durante una cirugía en la que le extirparan unos tumores benignos: “Él había cambiado mi cuerpo sin mi conocimiento o consentimiento”.

Todas las veces que Sharon Stone miró a la muerte a los ojos

A los 14 años, casi muere decapitada cuando andaba a caballo mientras su madre colgaba la ropa sucia en el jardín. El tendedero le cortó el cuello. Su madre logró liberarla cuando el caballo comenzó a arrastrarla. “Mi cuello colgaba abierto y desgarrado de una oreja a la otra”, describe Stone ese escalofriante momento del que todavía conserva la cicatriz.

Su primer novio serio la dejó embarazada cuando tenía 17 años. Debido a que era difícil abortar a su edad en su estado natal, las dos condujeron hasta una clínica en Ohio. “No tenía a nadie a quien contarle”, describe Stone. “Así que me quedé en mi habitación y sangré durante días. Estaba débil y asustada”. Cuando finalmente salió, quemó sus sábanas y ropa ensangrentadas en un barril en llamas en la escuela antes de regresar a clases. Tiempo después, un local de Planned Parenthood le proporcionó anticonceptivos y asesoramiento. “Esto, por encima de todo, me salvó: que alguien, cualquiera, pudiera hablar conmigo, educarme”, escribe Stone. “Nadie lo había hecho, sobre nada”.

Otros miembros de su familia también rozaron la tragedia.

Su hermano casi muere de una sobredosis y fue encarcelado por vender la droga. Todo la familia fue amenazada después de que él fue a la cárcel porque no querían que revelara para quién había estado trabajando. Sus padres apoyaron su carrera en el cine, antes que nada, porque creían que era una buena manera de que ella tomara distancia de su ciudad.

En una escena de “Bajos Instintos” de 1992, el personaje de Stone apuñala a una víctima con un picahielos. Recuerda que el director le gritaba que golpeara más fuerte y exigía más sangre falsa. De pronto el actor se quedó inmovil. La actriz se preocupó: pensó que la utilería había fallado y ella realmente lo había matado. Pero lo había golpeado tantas veces en el pecho que sólo se había desmayado. “Estaba horrorizada, desnuda y manchada de sangre falsa“, recuerda Stone.

A sus 30 años, Stone se dirigía a visitar a unos amigos en un club de campo cuando su auto se resbaló en la nieve y chocó. Gracias al entrenamiento de la doble de acrobacias Donna Evans, Stone pudo apuntar a un poste de teléfono en lugar del agua y prepararse para el impacto. “Yo quité las manos del volante y los pies de los pedales, crucé los brazos sobre el pecho, respiré profundamente y exhalé en el impacto”, recuerda, y agregó que chocó con tanta fuerza que el reproductor de casetes se activó y comenzó a reproducir una cinta. El automóvil quedó completamente destrozado y el poste telefónico se partió por la mitad sobre el parabrisas, pero ella no tuvo ni un rasguño.

“Cuando murió mi abuelo sentí una extraña satisfacción”

En la sala de emergencias después de un accidente cerebrovascular catastrófico y una hemorragia cerebral en 2001, Sharon Stone tuvo una experiencia extracorpórea cercana a la muerte en la que tres amigos fallecidos aparecieron junto a su cama y le dijeron que no tuviera miedo. Fue en ese momento, según cuenta, que “tomó la decisión de sobrevivir”. Se despertó con “el tipo de jadeo que se da cuando estás bajo el agua demasiado tiempo”. Al regreso de esa experiencia trascendental, la actriz decidió poner en palabras su historia personal.

En las primeras páginas de su autobiografía comienza hablando sobre sus orígenes humildes. Son los detalles sobre su crecimiento en la ciudad obrera de Meadville, Pensilvania, donde ganó un concurso de belleza antes de firmar con la agencia de modelos Ford en 1977, los que hacen la lectura más inquietante. De su niñez, impacta una historia dramática.

La actriz relata que fue abusada junto con su hermana, Kelly, por su abuelo materno, Clarence Lawson, con la ayuda de su abuela, que contribuyó a los abusos contra sus nietas, encerrándolas en una habitación con su esposo cada vez que la visitaban. A los ocho años, fue obligada a ver a su abuelo agredir sexualmente a su pequeña hermana de cinco.

Sharon Stone íntima: un abuelo abusador, sus coqueteos con la muerte y cómo fue engañada para la icónica escena de “Bajos Instintos”

Tiempo después, el anciano falleció de un ataque al corazón. Para ella fue una mezcla de sensaciones:. “Es algo muy raro cuando eres un niño y la primera experiencia que tienes de la muerte es alegría y alivio“, recuerda la actriz. En el funeral, cuando ella tenía 14 años, Stone metió la mano en el ataúd para comprobar que ya no podía hacerles más daño. “Lo empujé, y la extraña satisfacción de que por fin estaba muerto me golpeó como una tonelada de hielo”, escribe. “Miré a Kelly y ella entendió. Se había terminado”.

Stone confiesa que aprovechó la ira que sentía hacia su abuelo para meterse en el papel de la asesina en serie Catherine Tramell en “Bajos Instintos”, la película que la convirtió en la mujer más deseada del cine. “Saber que estaba tan enojada que me hubiera encantado apuñalar a mi abuelo hasta la muerte”, señala, “fue increíblemente liberador”.

Engañada para filmar su escena más famosa

El thriller erótico “Bajos instintos” (1992) convirtió a Sharon Stone en una estrella, pero fue todo un horror para la actriz, quien define su famoso cruce de piernas como “inmoral”. Casi tres décadas después de su estreno, la actriz no olvida y decidió decir algunas cosas al respecto. Por ejemplo, aborda por primera vez el engaño que sufrió por parte del director y del equipo para que filmara sin ropa interior la escena que cambió para siempre su carrera en Hollywood.

Según Stone, un miembro de la producción le dijo que se quitara las bragas para el plano, garantizándole que no se vería nada. Le mintieron que su ropa interior reflejaban la luz e impedía rodar bien la escena. “No podemos ver nada, solo necesito que te quites las bragas, ya que el blanco refleja la luz”, cuenta que le dijeron, y que además le aseguraron que sus partes íntimas no aparecerían en el metraje final. Pero no fue así. Y peor aún, se enteró cuando vio la proyección de filme en una sala llena.

“Así fue como vi mi vagina por primera vez”, sentencia.

Cuando se dio cuenta de esto, relata, fue furiosa a la cabina de proyección y enfrentó al director. “Estaba en estado de shock”, recuerda Stone. “Me levanté, me acerqué a Paul Verhoeven y le di una bofetada”. Luego, se subió a su auto y llamó a su abogado, Marty Singer, quien le dijo que podía obtener una orden judicial que calificaría la película como X (solo para adultos) y de esa forma conseguir que el estudio diera marcha atrás. “Era 1992, no ahora, cuando vemos penes erectos en Netflix”, aclara.

“Sí, ha habido muchos puntos de vista sobre este tema, pero como soy yo de la la vagina en cuestión, déjame decirte: los otros puntos de vista me importan una mierda”, dice en su libro.

Cuando confrontó al director, quedó desconcertada.

“Le hice saber a Paul las opciones que mi abogado me había presentado. Por supuesto, él negó con vehemencia que tuviera alguna opción de ganar en un juicio. Yo era solo una actriz, solo una mujer; ¿qué posibilidades podía tener?”, lamenta. Pero luego cambió de opinión: “Así que pensé y pensé y decidí permitir esta escena en la película. ¿Por qué? Porque era correcta para la trama y para el personaje y porque, después de todo, lo hice”.

Tenía 32 años y era su película número 18. Era consciente del personaje y la “peligrosidad” que para ella representaba pero pensaba que era “la última oportunidad. Estaba envejeciendo en el negocio en el que todavía no me había metido”.

Le habían dado el papel a pesar de que el productor le recordaba a cada paso que no había sido la primera ni la segunda opción para el personaje. Es más, para mortificarla, la llamó Karen todo el rodaje.

“Finalmente, después de ofrecer el papel a otras 12 actrices que lo rechazaron, Michael Douglas accedió a probar conmigo. Ahora somos amigos. Me enseñó mucho (...) No tiene miedo de jugar al villano; él dirá: ‘Es la mejor parte, puedes hacer lo que quieras’, y luego se ríe con esa risa fabulosa, que te dice que sabe exactamente dónde está la línea”, señala sobre su colega.

Tiempo atrás, Stone reconoció que si ella hubiera sido la directora habría mantenido la toma en el corte final. “Pero hubiera tenido la cortesía de mostrárselo a la actriz”.

Alguien no dice la verdad. Según Verhoeven, no es él.

Sharon está mintiendo”, le dijo a ICON en 2017. “Cualquier actriz sabe lo que va a ver si le pides que se quite la ropa interior y apuntas allí con la cámara”. Y contó que cuando Stone vio el resultado de la escena en el monitor, no tuvo ninguna reacción negativa. “Pero cuando vio la escena rodeada de otras personas, incluidos su agente y su publicista, se volvió loca. Todos le dijeron que esta escena arruinaría su carrera, así que Sharon vino y me pidió que la quitara. Le dije que no. ‘Aceptaste y te mostré el resultado’, le dije, y ella respondió: ‘Vete a la mierda’. Pero Sharon no te lo va a decir, seguramente no“.

La presión para tener sexo con un actor

En línea con las numerosas revelaciones que salieron a la luz a partir del #MeToo, Stone detalla una serie de situaciones desagradables de acoso sexual que ha soportado a lo largo de sus 40 años de carrera. Aunque alaba a algunos ejecutivos de cine y coprotagonistas (especialmente a Michael Douglas), cuenta, por ejemplo, que un productor la presionó para que se acostara con un compañero.

En su libro, la actriz relata la situación y cuenta parte de la conversación que tuvo con el productor, al cual prefirió no mencionar ni dar el nombre de la película en cuestión. “Caminaba de un lado a otro en su oficina con un cartón de leche mientras me explicaba por qué debería tener sexo con mi coprotagonista para que pudiéramos tener química en la pantalla”, dice la actriz que, por supuesto, rechazó la oferta de ayudar a rescatar la película poniendo el cuerpo fuera del set. “Pero el actor me hizo algunos comentarios en las próximas semanas, estoy segura que fue motivado por este genio“.

La actriz de “Total Recall” también detalla cómo el productor anónimo en cuestión insistió en elegir a este actor poco experimentado, incluso “cuando no pudo sacar una escena completa en la prueba. . . ¿Ahora crees que si me acuesto con él, se convertirá en un buen actor? Nadie es tan bueno en la cama. Sentí que podrían haber contratado a un coprotagonista con talento, alguien que pudiera presentar una escena y recordar sus líneas. También pensé que ellos podían tener sexo con él y dejarme en paz. Mi trabajo era actuar y lo dije”.

“La mía no fue una respuesta popular. Desde entonces se me consideró ‘difícil’”, recuerda.

Tras conocerse esta coinfesión comenzaron las especulaciones. Todo apunta al productor fallecido Robert Evans, mientras que el actor señalado es William Baldwin, que trabajó con Stone en la película “Silver” de 1993 en la que compartieron escenas de alto voltaje.

“Estoy orgullosa del éxito de mi trabajo. Me pertenece, me lo gané. Seguí levantándome para batear, como decía mi papá. No todos los trabajos que he realizado en películas o programas de televisión han sido buenos. Sin embargo, el trabajo es trabajo. Entro en cada proyecto con ganas de hacer lo mejor, dar lo mejor de mí, con la esperanza de obtener el mejor resultado. Me hago un pequeño regalo cada vez. Un suéter para este trabajo, una nueva cocina para ese trabajo, la matrícula de los niños para este, en tiempos difíciles. Cada uno es dulce, incluso si no funcionó como un éxito de taquilla o incluso si todo fracasó”.

También cuenta que un director se negó a trabajar con ella porque se negó a sentarse en su regazo: “Este candidato de #MeToo me llamó para trabajar todos los días durante semanas y luego no quiso filmar conmigo porque lo rechacé. El estudio no dijo ni hizo nada. Pero como superestrella, que en ese momento era yo, y mujer, no tenía nada que decir. Así fue en mi época. Incluso un director abusivo tenía más poder que yo”.

“Gracias a Dios ahora no es así. Todo el sistema está cambiando. Hay más mujeres al timón, y no están obligadas a seguir el juego de los hombres”, remarca.

Y recuerda una enseñanza que recibió de niña y que luego usó con estos hombres poderosos que no lograron quebrarla: “Mi padre solía llamarme después de jugar en nuestro patio. Me llevaba a un lado y, poniendo su mano en mi hombro, me decía: ‘Estás dejando que esos chicos te golpeen para agradarles. Ahora, sal y gana, y te respetarán’“.

Al borde de la muerte y sin trabajo

Su libro comienza dramáticamente con la actriz en una cama de hospital después de sufrir un derrame cerebral en 2001, a los 43 años. Incluso en la convalecencia, se mantiene fiel a su status de símbolo sexual. “Hay un médico muy lindo”, le dice a una amiga que está sentada junto a su cama. “Lamentablemente, no voy a poder coquetear con él”.

“La habitación estaba tan silenciosa”, recuerda la actriz sobre ese doloroso episodio en el que estuvo al borde la muerte. “Cuando nadie está corriendo tratando de curarte es cuando te das cuenta de lo cerca que está la muerte y lo serio que es todo”.

“No llegué al hospital hasta el tercer o cuarto día de mi ACV. La mayoría de la gente muere”, dijo a actriz durante un evento caritativo en 2019. “Tenía un 1% de posibilidades de vivir en el momento de la cirugía, y no sabrían hasta un mes después si sobreviviría”.

Durante su larga internación, Stone asegura que recibió en el hospital la inesperada visita de su abuela, Lela, que había muerto hacía 30 años. “Una noche me desperté con mi abuela Lela de pie a los pies de mi cama”, confesó. “Su aspecto era precioso, olía muy bien. Estaba de punta en blanco, con su traje y su sombrero favoritos. Me dijo: ‘No sabemos realmente lo que te pasa, estamos trabajando en ello. Pero hagas lo que hagas, no muevas el cuello’. Luego se fue”, recuerda. “Entonces cogí el oso de peluche que me había traído mi padre y lo puse al lado del cuello y no me moví. No importaba nada más, sabía que no debía moverme”.

Cuando fue dada de alta, Stone apenas emitía palabra, y no podía leer. Se recuperó y se comprometió a llevar una vida más sencilla, amable y espiritual mientras se apartaba de la actuación. Pasó de estar en la cima a luchar por encontrar trabajo durante los siguientes siete años. Mientas tanto, también perdió la custodia de su hijo adoptivo, Roan. Lo único que podía hacer entonces era visitarlo una vez al mes.

El periodista Phil Bronstein la abandonó en su peor momento, en 2004, citando “diferencias irreconciliables y, durante el amargo proceso de divorcio, la actriz se quedó sin la guarda del pequeño. Su marido alegó que ella fabulaba que el niño tenía extrañas enfermedades que nunca se comprobaron. Como ejemplos de actitudes exageradas de la actriz hacia su hijo, estaba convencida que sufría de una enfermedad de la espina dorsal y había tratado de inyectarle bótox en los pies para quitarle el mal olor.

La actriz tampoco tuvo una relación fácil con su madre. “Nunca me dijo que me quería y hace unos años cuando le dije, ‘Mamá, nunca dejaste que me apoyase en ti’, ella me dijo, ‘Sí, es verdad. Te enseñé a apoyarte en tus dos malditos pies”, le contó a la revista People.

Sus pares en Hollywood no la acompañaron. “La gente me trató de una manera brutalmente cruel”, contó. “No creo que nadie se dé cuenta de lo peligroso que es un derrame cerebral y lo que se necesita para recuperarse”.

Tuve que volver a hipotecar mi casa. Perdí todo lo que tenía. Perdí mi lugar en el negocio”, dijo. “Yo era la estrella de cine más sexy, ¿sabes?. Y fui olvidada”.

Desde entonces, logró reconciliarse con Roan, que ahora tiene 20 años, y vive con él y sus otros dos hijos adoptivos, Laird, de 15, y Quinn, de 14. “Cuando era niña, siempre quise tener una casa llena de niños corriendo y gritando y perros, y lo conseguí. Y me siento muy bendecida y feliz por la vida que tengo. Somos felices juntos”.

Madrina de Leonardo DiCaprio y Russell Crowe

Leonardo DiCaprio puede ser una de las mayores estrellas actuales de Hollywood, pero sus comienzos, como los de cualquier principiante, tuvieron sus desafíos. El actor comenzó su carrera cuando era sólo un niño y obtuvo sus primeros papeles en televisión y cine durante los primeros años de la década de los 90, pero no fue hasta 1997, con el estreno de la película “Titanic” de James Cameron, cuando fue catapultado a la fama mundial.

Un año antes de que llegara ese punto de inflexión en su carrera, DiCaprio formó parte del reparto del western “Rápida y mortal”, filme producido y protagonizado por Sharon Stone. Fue la propia actriz la que ha revelado ahora, en su autobiografía, cómo tuvo que pelear con los responsables del estudio que producía el proyecto para que aceptaran contratar a DiCaprio.

La actriz recuerda en su libro la fantástica prueba de casting del intérprete, que por entonces tenía solo 19 años. Pese al gran talento de DiCaprio y su buena audición, Stone asegura que los ejecutivos no estaban nada convencidos. “¿Por qué un desconocido, Sharon? ¿Por qué siempre te estás disparando a ti misma en el pie?”, rememora lo que le dijeron.

Pero la actriz estaba empeñada en darle el papel al joven actor que la había encandilado, costara lo que costara. Nunca mejor dicho. “El estudio me dijo que si lo quería tanto, podía pagarle con parte de mi propio salario. Así que eso hice”, revela en sus memorias.

Pero la actriz también ayudó a impulsar la carrera de otro colega en esa película.

En 1995, el actor australiano Russell Crowe era un total desconocido en Hollywood hasta que le llegó la oportunidad de trabajar al lado de Stone y Gene Hackman en “Rápida y mortal”. La película fue dirigida por Sam Raimi, y aunque fue mal recibida por la crítica y un fracaso rotundo en la taquilla, Russell la mantiene en sus mejores recuerdos porque significó una de sus primeras apariciones en la pantalla grande. Tiempo atrás, el actor reconoció que de no haber sido por la ayuda de la consagrada actriz, esta hazaña no habría sido posible.

La película funcionó para cimentar la carrera en EEUU del actor, quien con el tiempo se ha convertido en una de las estrella de cine más populares y bien valorados por la crítica, todo gracias a la decisión de Sharon, quien luchó para que él obtenga aquel papel.

“Me tomó dieciocho meses o más, y literalmente cientos y cientos de reuniones antes de obtener un trabajo en Estados Unidos. Y solo lo tuve porque Sharon Stone vio una película en la que salí, en la que ella estaba haciendo su primer trabajo como productora en ‘Rápida y mortal’, y estaba en un duelo con los productores, se puso firme y dijo: ‘Voy a contratar a quien quiera como el interés amoroso.’ Si no fuera por su fortaleza y compromiso, no sé cuánto más habría pasado para estar en una película americana, tengo mucho que agradecerle”, reveló el hoy afamado actor en programa de Seth Meyers.

“Juega a la pelota o sal del campo”

“Si bien mi padre me hizo fuerte y me hizo dura, y esto me protegió de un mar de estragos, también puso demasiada armadura en torno a mi feminidad. Mi madre y yo aprovechamos el #MeToo para comenzar a hablar y tener perspectiva de mi verdadero poder femenino y su gloria y belleza”, señala en otro extracto de su libro en el que cuenta también que uno de los consejos que le dieron es que se acercara a sus jefes con “sentimientos”, en lugar de opiniones, para no ser una amenaza. “Intenté tanto tiempo seguir trabajando sin comprometerme”

“La gente solía decir: ‘Sharon Stone tiene las bolas más grandes de Hollywood’. No es una coincidencia que fuera la primera mujer a la que se le pagaba algo considerado respetable; todavía mucho menos que a los hombres, pero más que a las mujeres en el pasado. La gente me critica y dice que a los hombres los intimido. Eso solo me da ganas de llorar”, continúa.

“A menudo estaba sola en un set con cientos de hombres. Cientos de hombres y yo. Ni siquiera el proveedor de servicios de catering empleaba mujeres. Mi maquillador y peluquero eran hombres. ¿Te imaginas lo que era ser la única mujer en un set, ser la única mujer desnuda, tal vez con una o dos mujeres más cerca? Y ahora soy yo la que intimida”.

“Mucha gente me pregunta cómo eran mis días de superestrella. Fue así. Juega a la pelota o sal del campo. Mi trabajo refleja los tiempos en los que tuve la oportunidad de colaborar con los buenos y grandes directores, y me senté a sus pies, aprendiendo todo lo que pude para los tiempos venideros. Porque yo no era la elegida, no era la chica de oro, solo el símbolo sexual que a veces podía obtener la parte clave si también era sexy”, se sincera.

“Luego hice todo lo posible para que valiera la pena”.

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