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Fuera de lugar : Radio Ambulante : NPR

Fuera de lugar : Radio Ambulante : NPR

DANIEL ALARCÓN: Antes de comenzar una advertencia. En este episodio hay escenas fuertes que no son aptas para niños. Se recomienda discreción.

Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón.

Carolina Rozo estaba en su tercer año de estudios de fisioterapia en una universidad en Bogotá. Cuando llegó el momento en que le iban a asignar su práctica, ella solo quería una cosa:

CAROLINA ROZO: Y yo decía que no, que no fútbol no, fútbol no, fútbol no…

ALARCÓN: Lo que Carolina más quería era dedicarse a la fisioterapia en el área clínica. Pero tenía que aprender a trabajar en cualquier campo de su profesión. Incluyendo el deporte. A ella eso no le importaba mientras que no fuera fútbol. Nunca le había gustado. La aburría profundamente.

Pero no era su decisión. Y justo pasó lo que no quería.

ROZO: Y cuando me dicen Carolina Rozo va para tal lugar… Es un equipo que se llama Independiente de Santa Fe.

ALARCÓN: Uno de los equipos de fútbol más importantes de Colombia. Carolina se resignó. No podía hacer otra cosa. Así que se dedicó a estudiar.

ROZO: Cuánto medía una cancha, las habilidades de los arqueros, de cada posición del jugador.

ALARCÓN: Y, para su sorpresa, entre más estudiaba, más le llamaba la atención.

ROZO: Empecé a entender cómo es el fútbol desde la táctica, desde la técnica, desde el juego. Y ahí es cuando empieza a gustarme, a ver el fútbol de otra manera y me empieza a gustar.

ALARCÓN: Carolina ayudaba a los jugadores a recuperarse de lesiones y a prepararse para los campeonatos. Y como pasaban tanto tiempo juntos durante los entrenamientos, comenzó a llevarse muy bien con ellos y con el resto del equipo técnico.

Le fue tan bien que el equipo le pidió que se quedara trabajando con ellos. Ella, encantada, dijo que sí. Se había enamorado del fútbol y no le importaba tener que trabajar y estudiar al mismo tiempo. Además que le pagaban bien y estaba aprendiendo mucho.

Pero poco a poco trabajar y estudiar al tiempo se volvió muy pesado para ella. Así que al año de haber empezado, decidió dejar el trabajo para dedicarse solo a estudiar. Estaba a punto de terminar la carrera.

ROZO: Y fue muy triste, porque yo estaba muy bien, fue una empresa donde crecí, aprendí.

ALARCÓN: Y es que para ella era importante terminar la universidad porque diez años atrás, cuando ella tenía veintidós, tuvo que dejar sus estudios de odontología porque se casó y quedó embarazada. Así que la fisioterapia se había convertido en una forma de retomar lo que había empezado una década antes y esta vez quería terminarlo.

Cuando terminó las materias, a finales del 2017, con treinta y tres años, recibió una llamada de su antiguo jefe.

ROZO: Me dice: "Carolina hay una sub diecisiete de mujeres, por qué no la coge mientras sale el diploma y sale el grado y pues ahí vamos mirando”.

ALARCÓN: No había pasado ni un mes desde su graduación y ya le estaban ofreciendo unirse como fisioterapeuta de una selección nacional.

En la llamada le explicó que el trabajo no era pago, que no tendría ningún contrato y que sólo le cubrirían los viáticos en caso de que saliera del país con la selección. Era algo común en las selecciones femeninas de fútbol. Se justificaba con que era un deporte en desarrollo, y que sus jugadoras son aficionadas y no profesionales, como los hombres.

Aunque esto no era ideal para Carolina, no se desmotivó. Era una gran oportunidad. Además su esposo tenía un trabajo estable y podía encargarse de los gastos de la casa.

ROZO: Y pues muy contenta por estar en una selección Colombia. Si es un logro para los jugadores, para el cuerpo técnico también. Y pues me fui con toda la alegría del mundo.

ALARCÓN: Pero pronto Carolina se daría cuenta que la falta de pago y de contrato no eran los únicos problemas que había en la selección sub diecisiete de fútbol femenino.

Nuestra productora Lisette Arévalo nos cuenta.

LISETTE ARÉVALO: Una semana después de haber aceptado la oferta laboral, Carolina se presentó en un hotel a las afueras de Bogotá para comenzar con su trabajo. Ahí el equipo iba a tener una concentración de diez días: un entrenamiento intenso donde las jugadoras y sus entrenadores se aíslan durante un tiempo y se dedican a prepararse para los partidos. Era tal el aislamiento que hasta les quitaban los celulares a las jugadoras y no podían comunicarse con nadie por varios días.

Al llegar, Carolina se registró y saludó a algunas de las jugadoras —que tenían entre catorce y dieciséis años—. También conoció al utilero —el encargado de alistar los uniformes— quien se ofreció a mostrarle el hotel y acompañarla a su cuarto.

ROZO: Me iba diciendo mientras me mostraba el hotel, cómo es el temperamento del… del director técnico, que es un poco fuerte.

ARÉVALO: El director técnico de la sub diecisiete femenina era Didier Luna, un hombre de sesenta años con un largo recorrido en el fútbol colombiano. Carolina sabía muy poco sobre él, así que lo que le dijo el utilero no le llamó mucho la atención. Se quedó en su cuarto y quedó en que bajaría a la hora de almuerzo para conocer al resto del equipo y al director.

Cuando Carolina bajó al comedor conoció a Luna.

ROZO: Me saluda: “Mucho gusto, doctora. Qué bueno que esté aquí. Vamos a almorzar, vamos a presentarla”. Muy normal.

ARÉVALO: A Carolina le pareció amable y se sintió bienvenida por él. Cuando terminaron de comer, le presentaron al resto del equipo técnico: una médica, al preparador físico y a la psicóloga. Después se reunieron para planificar cómo serían los siguientes días de trabajo. Y ya. Parecía ir bien.

Pero todo cambió muy rápido. A la noche siguiente, a la hora de la cena, Luna se le acercó y frente a sus compañeros de trabajo le dijo:

ROZO: “Oiga doctora usted está muy linda". Pues yo lo tomé como, como normal. Yo dije, de pronto… de pronto sí, a un hombre le pareció bonita una mujer y ya.

ARÉVALO: Nadie de los que estaban ahí dijo nada. Así que esa noche se fue a dormir sin darle muchas más vueltas al asunto. Pero al día siguiente, cuando todos los del equipo bajaron al desayuno…

ROZO: Ya no era sólo el saludo, sino era el apretón duro para que se juntaran mi pecho con el de él y me hablara al oído y me dijera: “Usted me gusta mucho”.

ARÉVALO: Varias personas lo vieron, pero nuevamente nadie dijo nada. Carolina se quedó helada, sin saber qué hacer. Nunca había vivido una situación así. Solo se separó de Luna y se sentó a comer. Pero no quedó ahí.

En los días siguientes, cuando iban a unas canchas cerca del hotel para el entrenamiento, Luna se sentaba al lado de ella en el bus y le decía cosas como:

ROZO: "Doctora usted amaneció hoy muy linda”.

ARÉVALO: Comentaba sobre su apariencia y su cuerpo…

ROZO: “Cómo le luce ese uniforme, cómo le luce esa gorra".

ARÉVALO: La invitaba a salir…

CAOLINA: “Yo quiero invitarte a bailar. Vamos a… a bailar salsa”.

ARÉVALO: Y así fue por varios días. Una incomodidad terrible, una tortura. Sobre todo en el bus, donde Luna siempre la acorralaba. Pero Carolina prefirió quedarse callada. Después de todo, era su nuevo jefe, había una relación de poder muy clara, ¿qué le podía decir?

ROZO: Porque yo dije bueno, llevo cinco días y ya este señor con esto de pronto estoy pensando mal y no quiero generar un conflicto. Tengo que esperar.

ARÉVALO: Esperar y ver si las cosas cambiaban. Así que cada vez que le decía algo, intentaba hablar de otra cosa: sobre las jugadoras, las lesiones, y sus entrenamientos.

Hasta que un día Luna intentó cogerle la pierna.

ROZO: Y ahí fue cuando yo dije: "No, stop, no". Y fue ahí cuando yo ya tomé la decisión de irme a la última silla con las jugadoras que iban atrás. Yo dije no me vuelvo a sentar ahí.

ARÉVALO: Prefirió evadirlo a enfrentarlo. Carolina empezó a tomar precauciones por su seguridad. Por ejemplo, con la puerta de la habitación del hotel…

ROZO: Yo le pasaba la cadena de seguro, porque yo sentía temor.

ARÉVALO: Le daba miedo que Luna se le fuera a meter a su cuarto sin permiso. Había muchos indicios para creer que era posible.

Un día, cuando Carolina estaba en su habitación, alguien tocó a su puerta. Se acercó y vio por la mirilla que Luna estaba afuera con un pastel en sus manos. Carolina le abrió, pero no quitó la cadena.

ROZO: Y él me dijo: "Ábreme mi amor, ábreme que yo no te voy a hacer nada. Te traje un… un pedacito de pastel”.

Y yo, con ese corazón que se me salía, yo dije este señor se me puede entrar en cualquier momento y me puede hacer algo.

ARÉVALO: Pero también sabía que no podía negarse a recibir el pedazo de pastel sin una razón. Así que decidió quitar la cadena y abrió la puerta un poco. Lo suficiente para recibir el pastel rápidamente, agradecerle y cerrarla otra vez.

ROZO: Pero él me decía: "¿Por qué no me dejas entrar? Déjame entrar". Y yo le decía "No, no, no, no, no, no, no, no, no estoy... Me voy a duchar, voy a hacer otras cosas".

ARÉVALO: Siguió insistiendo pero Carolina le dijo que no y que no. Hasta que finalmente Luna se fue.

ROZO: O sea quedé peor de asustada porque yo dije este señor es capaz, con esa conducta que tiene es capaz.

ARÉVALO: Capaz de hacer cualquier cosa. Carolina no entendía el comportamiento de Luna y comenzó a sentirse culpable.

ROZO: O sea, entra uno en esa dualidad de emociones y de pensamientos, en decir ¿será que yo hice algo para que este señor se esté comportando conmigo así?

ARÉVALO: Pero Carolina no tardó mucho en darse cuenta de que no era la única siendo acosada por Luna. Lo primero que notó fue que en los entrenamientos, él les gritaba a las jugadoras y les decía cosas como “inútiles”, o a veces incluso las llamaba “lesbianas”, como si eso fuera un insulto.

Pero lo que más le llamó la atención fue ver que una mañana, durante el desayuno, las jugadoras entraban en fila a saludarlo. Y cuando se acercaban a él…

ROZO: Pues les cogía la cola. Algunas se les acercaba a la mesa y les hablaba al oído también. Les cogía su cara y las intentaba besar.

ARÉVALO: También lo hacía durante la recuperación física. Después de los entrenamientos, las jugadoras tenían que meterse en una piscina helada. Y como no era muy grande, lo hacían por grupos.

ROZO: Pasaban en lycra y en top y el tipo ahí aprovechaba para poderlas coger y tocar. “Tiene la lycra mal puesta acá", y se la acomodaba, pero era con la morbosidad, era con la segunda intención.

ARÉVALO: Las tocaba por todas partes. Y mientras hacía esto, Luna les decía:

ROZO: "No, es que yo soy como su papá".

ARÉVALO: Como si eso fuera algo normal que los padres hacen con sus hijas.

Las jugadoras se quedaban calladas y no hacían nada más que agachar la cabeza y meterse a la piscina. Algunas, según veía Carolina, habían normalizado esto porque trabajaban con Luna desde que eran pequeñas. Entonces pensaban que así era él y no era algo de lo que debían preocuparse. Hay que recordar que eran unas adolescentes de catorce, quince y dieciséis, y no siempre es fácil reconocer un acoso.

Carolina veía esto y sentía mucha rabia. No sabía cómo ayudarlas. Lo comentó con la médica del equipo y ella le dijo que también había visto cómo se portaba Luna con las chicas y que no le gustaba para nada. Pero la conversación quedó ahí.

Mientras tanto, Luna seguía buscando a Carolina. Le mandaba mensajes de WhatsApp diciéndole que estaba muy linda, que se cuidara, que cuándo iban a salir. Carolina por lo general no contestaba los mensajes y, cuando lo hacía, era de una forma cortante.

Pero Luna seguía con los comentarios, los apretones.

Carolina dice que en una ocasión intentó besarla. Ocurrió una noche después de la cena, cuando ella se acercó para despedirse de él.

ROZO: El señor me coge con las manos mi cara y se queda mirándome con una intención de besarme. Iban saliendo jugadoras y estaba el cuerpo técnico ahí y yo lo único que hice fue, eh, llevar mi cabeza hacia atrás y asustada yo dije: “No, no, no, no, ¿este tipo que le pasa? No, no, no, no, no”.

ARÉVALO: Y, como siempre pasaba, nadie reaccionó. Ese fue un punto de quiebre para ella.

ROZO: Me subí a mi habitación muy nerviosa. Ese día yo me puse a llorar porque yo dije no pues ya esto, pues claramente es un acoso, qué hago.

ARÉVALO: Habían sido ocho días muy difíciles para Carolina así que decidió contarle todo a la psicóloga del equipo. Le dijo que le incomodaba demasiado la actitud de Luna y que pensaba renunciar. Pero la psicóloga le contestó:

ROZO: “No, eso es normal. Es que el señor es cariñoso y ya, o sea, no le pongas cuidado. No te vayas a ir por eso”. Y yo le dije: “No, esa actitud de ese señor no me gusta”.

ARÉVALO: A Carolina le pareció extraña esta respuesta, pero la dejó pensando en que tal vez ella estaba exagerando. Se sintió más confundida que antes.

Entonces optó por no decirle nada más a nadie de su equipo. Terminó la concentración el 23 de diciembre, diez días después, empacó sus cosas y regresó a su casa para las fiestas.

Pasaron los días y Carolina no podía dejar de pensar en lo que le había pasado en la concentración. Estaba molesta. Y mientras más vueltas le daba al asunto, más se convencía de que eso no era normal, como le había dicho la psicóloga.

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ROZO: O sea, yo en ese momento no sabía que era un acoso sexual. Y me puse a indagar eh... Internet y artículos.

ARÉVALO: Quería una definición y ver si su caso cabía ahí. Encontró que el acoso sexual es una conducta no deseada que causa que la víctima se sienta ofendida, humillada e intimidada. Que puede manifestarse de varias formas: comentarios sobre su aspecto, tocamientos indeseados, chantajes, gestos o miradas sexuales, besos forzados.

Carolina pudo identificarse a ella misma y a las jugadoras en todo lo que estaba leyendo. Llena de indignación, se puso a buscar qué podía hacer.

ROZO: Y yo leí la ley de acá y pues decía que el… el acoso sexual tenía que ser repetitivo… Eh, que se necesitaban pruebas. Pero es muy difícil.

ARÉVALO: Muy difícil de probar.

ROZO: Yo decía, como víctima, no me van a creer, no me van a poner cuidado, no me van a escuchar.

ARÉVALO: Porque sabía que su palabra no era suficiente para comprobar lo que estaba pasando en el equipo. Entonces, ahí tomó una decisión: volvería a la concentración en enero.

ROZO: Con el fin de buscar pruebas y pues también con lo que las jugadoras ya me habían contado yo dije pues de aquí puedo sacar algo. Por eso me arriesgué a seguir.

ARÉVALO: Pero no iba a ser fácil. Cuando llegó a la concentración, Luna empezó con el mismo acoso de siempre y más intenso que antes. Hasta llegó a decirle a Carolina que se cuidara, porque él le iba a robar un beso. Carolina tenía miedo y se sentía insegura.

Al tercer día, cuando ella estaba subiendo a su cuarto…

ROZO: El señor me estaba esperando en el pasillo donde hay unas barandas libres y me arrincona contra esa baranda y me señala con el dedo al logo de la federación, me toca el seno.

ARÉVALO: Carolina le apartó la mano pero se quedó quieta, arrinconada contra la baranda. Estaba muerta de miedo.

ROZO: Y me dice: "Esta es la mujer que yo quiero para mí. Yo sólo quiero que me regale un pedacito de su corazón. Eso no le cuesta nada. Yo quiero que me dé un hijo. Yo quiero que sea mi amante. Yo quiero que sea mi amiga especial”.

Yo lo dejé que hablara y yo le dije; "No, usted está mal. Yo vengo es aquí a trabajar. Yo vengo es con un objetivo de crecer profesionalmente, de ayudar a estas jugadoras. Usted está mal".

ARÉVALO: Pero Luna no se quedó tranquilo con esa respuesta.

ROZO: Este señor me dice: “Yo a usted la puedo llevar a cosas grandes en el fútbol. Si usted solamente... eso, no le cuesta nada. Si usted está conmigo, yo la puedo llevar a la cima”.

ARÉVALO: Carolina no podía creer lo que le estaba proponiendo. Y más firme que antes le dijo:

ROZO: "No, mi respuesta es no y déjeme trabajar". Entonces el señor se pone tan bravo, bravísimo, que me grita y me dice: "No le ruego más, aténgase a las consecuencias. Asuma las cosas, maestra". Y salió y se fue.

ARÉVALO: En ese momento Carolina se alejó de las barandas contra las que estaba acorralada, buscó rápidamente la llave de su cuarto, se metió y cerró la puerta con seguro.

ROZO: Yo me sentí muy mal. Me sentí indignada, me sentí pisoteada. O sea yo decía, este señor me vio la cara de qué o… Cómo se le ocurre decirme esas cosas, una falta de respeto. Yo… Y lloré tanto porque no sabía qué hacer.

ARÉVALO: Se sentía agotada. Ya ni siquiera tenía cabeza para pensar en recolectar pruebas ni denunciarlo. Solo quería dejar de trabajar ahí. Así que decidió que terminaría la concentración y que nunca más regresaría. Y esperaba que con lo que le dijo, Luna la dejaría en paz.

Pero decirle que no le trajo consecuencias. Esa misma tarde, cuando Carolina bajó a la cancha para ayudar a las jugadoras en su entrenamiento, Luna ya era otro.

ROZO: Ese señor ya tomó una actitud muy fuerte conmigo y me empieza a tratar mal. "Oiga, trabaje, usted no sabe trabajar. Usted es una inepta". O sea, de una el tipo tomó represalias.

ARÉVALO: Y no fue el único en tratarla mal. Carolina dice que sus compañeros de trabajo se aliaron con Luna. Comenzaron a ignorarla, no la dejaban hablar en las reuniones. La anularon por completo. Según ella lo que Luna quería con eso era…

ROZO: Aburrirme y sacarme por no haber accedido a lo que él quería.

ARÉVALO: Y eso era algo que Carolina no iba a permitir. Un día se atrevió a enfrentarlo y le preguntó si es que tenía algún problema con su trabajo.

ROZO: Y ese señor sólo grita. Entonces me dice: "Yo a usted le dije algo y usted no quiso hacerlo. Entonces, asuma las consecuencias".

ARÉVALO: Luna, además, le dijo que si quería se podía ir, que igual ella no trabajaba bien. Ella se defendió, pero él le dio la espalda y se fue.

Un día después, terminó la concentración y Carolina regresó a su casa. A pesar de que no había podido recolectar pruebas en ese momento, decidió llamar a su jefe directo, el director deportivo de la Federación, y contárselo todo.

ROZO: Y él me dijo: "Cómo así Carolina. Pero esto no puede estar pasando dentro de la selección, eso está mal, a ese señor qué le pasa. Déjame yo voy a mirar como hago y miramos para que no la moleste más".

ARÉVALO: Parecía genuinamente sorprendido. Después de unos días, la llamó y le pidió que fuera a su oficina para conversar un poco más. Pensaba que le brindaría una solución pero para su sorpresa cuando llegó, además de su jefe, también estaban el psicólogo y el fisioterapeuta de la Federación.

Ella volvió a contar todo lo que le había pasado, y claro la escucharon. Pero había algo en sus miradas…

ROZO: Y ellos en ese momento, todos se miraron con una complicidad, que yo dije, estoy metida en la boca del lobo, porque estos señores saben.

ARÉVALO: Ahí Carolina se dio cuenta que los de la Federación eran cómplices del comportamiento de Luna.

Como creyó que ellos definitivamente no iban a hacer nada, pensó que si no era ella la que actuaba, todo seguiría igual. Así que decidió retomar su plan inicial e ir a recolectar pruebas.

Uno de los primeros días de la concentración de febrero, una de las jugadoras, a la que llamaré Liliana, se lesionó. Carolina la separó del grupo para revisarla y cuando se quedaron solas…

ROZO: Y entonces ella me dice muy curiosa: "Fisio, yo quiero preguntarle algo, pero si usted me cuenta, yo le cuento algo".

ARÉVALO: A Carolina le sorprendió lo que Liliana le dijo. Entonces le contestó que bueno.

ROZO: Me dijo: "¿Cierto que Didier la acosaba?” Y yo le dije sí, sí me acosó y por eso la situación está así.

ARÉVALO: Es decir, el ambiente laboral tenso, los gritos de Luna, los malos tratos de sus compañeros. Entonces Carolina le preguntó qué era lo que ella le quería contar.

ROZO: Y ahí fue cuando yo prendí el teléfono. Yo dije tengo que grabar porque esta niña algo me va a decir.

ALARCÓN: Una pausa y volvemos.

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ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, la fisioterapeuta Carolina Rozo estaba conversando con Liliana, una de las jugadoras, sobre el acoso de Didier Luna. Y Liliana también tenía algo que contarle. Así que Carolina sacó su celular y comenzó a grabar. Pero sin su permiso.

ROZO: Porque si yo les decía... Ellas le tenían mucho temor al tipo y ellas no iban a hablar.

ALARCÓN: Fue una reacción desesperada frente a una situación extrema. Y es que hay que recordar que para que Carolina pudiera poner una denuncia necesitaba pruebas, cualquiera que fuera, y grabar a escondidas era la única forma de conseguirlas.

Entonces, con la grabadora de su celular encendida y escondida en el bolsillo de su uniforme, Carolina le preguntó.

ROZO: "Bueno, y usted qué tiene que contarme".

ALARCÓN: Y lo que Liliana le dijo, le demostraría que los acosos iban más allá de Luna, y más allá de ella.

Lisette nos sigue contando.

ARÉVALO: Liliana comenzó diciéndole que un día, durante la concentración que había pasado un mes antes, en enero, ella estaba regresando a su habitación después de una recuperación. Solo llevaba puesta una toalla.

Esta es una de las grabaciones que hizo Carolina. No se escucha muy bien porque, como ya dijimos, tenía el celular en su bolsillo.

LILIANA: Cuando bueno yo llegué a mi pieza y entonces yo estaba sola porque [BEEP] ya se había ido.

ARÉVALO: Ese beep que escucharon, es para proteger la identidad de otra jugadora, la compañera de habitación de Liliana.

LILIANA: Y entró a mi pieza. Y entonces se me acerca y me da un beso en la boca.

ARÉVALO: Dice que alguien entró a su habitación, se le acercó y la besó en la boca.

ROZO: ¿Didier? ¿Didier?

LILIANA: No. Sigifredo.

ARÉVALO: No se escucha muy bien pero Carolina le pregunta si fue Didier y Liliana le responde que no. Que fue Sigifredo. Sigifredo Alonso, el preparador físico del equipo. Le contó a Carolina que este hombre de cuarenta y cuatro años, le dijo que se separaría de su esposa para estar con ella —que en ese entonces tenía dieciséis.

Liliana le dijo que no y lo echó de su cuarto.

Entonces, Carolina aprovechó para preguntarle sobre Luna.

ROZO: ¿Pero Didier nunca la ha acosado a usted? La verdad.

LILIANA: Pues en ocasiones como que me da un beso en la boca.

ROZO: ¿La trata de besar?

LILIANA: Ajá.

ARÉVALO: Carolina le pregunta a Liliana que si Luna la ha acosado. Y Liliana le dice que a veces ha tratado de darle un beso en la boca. Liliana también le contó que a veces le agarraba las nalgas pero que se moría de miedo de decir algo. Después de todo, ellos eran muy poderosos en el mundo del fútbol y tenía miedo de que acabaran con su carrera.

Carolina le dijo a Liliana que lo que le había pasado era un acoso sexual y que era inaceptable. Ella se quedó callada. Terminaron la recuperación, se despidieron y Carolina dejó de grabar. No podía creer lo que había escuchado. No era solo Luna el que acosaba a las jugadoras, sino también Sigifredo.

ROZO: O sea, yo sentí como cuando tú sientes una, una noticia mala que te baja por el cuerpo y te hormiguea la adrenalina y te... mejor dicho te hace efecto todo.

Yo los tenía como a tres metros y los volteé a mirar y yo decía "en qué estoy metida, en qué estoy metida".

ARÉVALO: Porque lo que estaba pasando en esa selección era mucho más grande de lo que ella se imaginaba. Así que decidió que hablaría con las demás jugadoras porque seguro tenían más cosas que contarle. Como ya tenían una relación de mucha confianza no sería difícil.

Después de unos días, todo el equipo viajó a Argentina para participar en el torneo sudamericano. Una vez ahí, cada vez que podía, Carolina les hacía preguntas a las jugadoras y, a veces, las grababa. Escuchó todo tipo de acoso: le dijeron, por ejemplo, que Luna hacía que se quitaran la pantaloneta y se quedaran solo en ropa interior para bañarse en la piscina. Todo esto mientras él las miraba.

Además, muchas le dijeron que Luna varias veces las había intentado besar y que les daba nalgadas. A las jugadoras, como le había pasado a Carolina al principio, les daba miedo denunciarlo. Pero no es la misma situación. Carolina era adulta y profesional. Ella podría ejercer como fisioterapeuta en cualquier parte, pero para estas adolescentes, todas menores de edad, no hay otra selección Colombia.

Y es que, según le contaron a Carolina, ya había habido represalias contra una de las jugadoras que se había quejado de Luna. La sacaron de la selección 3 días antes de viajar a Argentina a jugar el sudamericano.

ROZO: Ese era el tipo de... de actuaciones que tenía este señor. La que hablaba la sacaba y pues el gran sueño de ellas era estar jugando fútbol, jugando en una selección Colombia.

ARÉVALO: Ni siquiera querían hablarlo con la psicóloga del equipo técnico. Ya les había pasado antes que si le comentaban algo, ella se lo contaba a Luna y él se vengaba maltratandolas.

Carolina decidió grabar también a la psicóloga para demostrar que estaba aliada con Luna y que no le interesaba apoyar a las jugadoras. El audio es casi ininteligible pero en la conversación queda claro que la psicóloga sabe todos los detalles de estos acosos… Aquí por ejemplo, la psicóloga le dice que ha visto cómo Luna les coge la cara a algunas jugadoras y hace como que las va a besar y les pregunta si les da miedo. Que ha visto que algunas solo se ríen pero que otras se quedan mirando a todos lados sin saber qué hacer.

PSICÓLOGA: Entonces el man al final no les da nada y se separa y dice: “Ah vea ya no le da miedo”. Entonces las niñas se ríen. Unas se ríen y las otras como que miran a todos lados. Y yo: “Ay no, no qué hago”.

ARÉVALO: Al final dice: “Y yo: Ay no, no, qué hago”. Se refiere a que ella no sabe cómo lidiar con la situación.

Este audio era la prueba que Carolina necesitaba para demostrar que varias personas en el equipo sabían lo que estaba pasando, que sabían que estaba mal y que aún así nadie hacía nada.

Carolina llevaba casi dos meses en ese proceso de conseguir pruebas pero tratando de no levantar sospechas. Entre más se enteraba de detalles más rabia le daba. Le frustraba no poder hacer algo de manera inmediata pero tenía que tener paciencia. Carolina solo lloraba, llamaba a su esposo y se desahogaba. Lo que más la mortificaba era pensar en las jugadoras.

ROZO: A mí me daba mucha tristeza, porque ese... en ese momento eran muy inocentes. Sus papás confiaban. Él se ganaba la confianza de los papás y los papás creían que ellas estaban bien.

ARÉVALO: El ambiente laboral cada vez era peor. Si bien ya Luna no la seguía acosando sexualmente, era claro que se estaba vengando de ella por no acceder a lo que él le pedía. Los insultos, los horarios extendidos, obligarla a trabajar por las noches… todo esto era un claro indicio.

Presentó una última queja a la Federación. Habló con un delegado que las acompañó a Argentina. Le contó todo lo que estaba pasando y de nuevo, como ya lo habían hecho otros, actuó sorprendido y le ofreció su ayuda. Pero le dijo…

ROZO: “Qué podemos hacer, no es el momento, estamos en competencia, no podemos generar este escándalo acá. Esperemos que lleguemos a Colombia”.

ARÉVALO: Y aunque no era una solución inmediata, eso la tranquilizó un poco. Le dio la impresión de que él sí iba a hacer algo a su regreso. Además, había conversado con la psicóloga y la médica y le dijeron que ellas también querían presentar una queja.

Así que cuando regresó a Colombia, pensaba que lo único que tenía que hacer era esperar a que la llamaran de la Federación para dar su testimonio.

ROZO: Yo llegué y nadie se comunica conmigo. Mi jefe tampoco me volvió a hablar. O sea, es como si hubieran dejado en el olvido, como si nada hubiese pasado.

ARÉVALO: Como si nunca hubiera denunciado a Luna con su jefe, con el delegado, con sus compañeras de trabajo. Y es que nunca la volvieron a llamar. Perdió su trabajo sin que nadie le avisara. Recordemos que ni siquiera le habían hecho firmar un contrato.

En abril del 2018, un par de semanas después de regresar de Argentina, Carolina decidió denunciar a Luna ante las autoridades. Entregó todas las grabaciones y las pruebas que tenía y les contó lo que había pasado. Ahí le pidieron los datos de las jugadoras y Carolina, después de confirmar con ellas, se los dio.

Una de ellas fue Liliana, quien, después de dar su testimonio, decidió presentar una denuncia penal contra Sigifredo Alonso, en la que también habló de lo que le hacía Didier Luna.

Dos meses después Carolina recibió una llamada del médico de la Federación, su ex jefe.

ROZO: Me dice: "¡Quiubo, Carolina! Es que imagínese que llegó una denuncia a la Federación. ¿Fue usted?”.

ARÉVALO: Era la denuncia de Liliana que había llegado de forma anónima. El ex jefe la presionó para que le contara quién había sido. Y le dijo que quería saber si había sido ella porque lo estaba haciendo quedar mal por haberla recomendado.

ARÉVALO: Yo quedé fría y yo dije me pillaron. Le dijo que ella no había sido.

ROZO: Y me dijo; "¿Seguro? Porque usted sabe que la Federación tiene gente poderosa y ya en dos días vamos a saber si fue usted y si fue usted pues imagínense en el problema que se metió".

ARÉVALO: Claramente era una amenaza. Querían que todo el asunto desapareciera, y pronto, porque se estaba acercando el Mundial femenino sub-diecisiete y el equipo colombiano iba a jugar.

Sin embargo, la Federación no podía ignorar el caso de Liliana. Se trataba de una menor de edad y el contacto físico, o sea, el beso, ya era un agravante.

Y aunque trataron de presionar a Liliana para que cambiara su versión de los hechos, ella no lo hizo. Un mes más tarde, sacaron a Sigifredo Alonso de su trabajo en la selección. Pero la denuncia que presentó después Liliana contra Luna se archivó. Nunca se supo bien por qué.

A pesar de que la denuncia formal era de Liliana, ya en la Federación sabían que Carolina había tenido que ver. Y las consecuencias no tardaron en llegar.

ROZO: Me vetaron por el lado del deporte, del fútbol y la que la que habla se va. Es así de simple la vetan y se va.

ARÉVALO: La Federación es tan poderosa que podía hacer que no la volvieran a llamar de ningún equipo para trabajar como fisioterapeuta. Y eso justamente fue lo que pasó. Carolina estaba devastada pero además tenía mucho miedo.

ROZO: Pues me entró un shock de ansiedad. Yo no salía a la calle. Sino de mi casa a la iglesia y de la iglesia a mi casa.

ARÉVALO: Andaba paranoica, mirando para todos lados las pocas veces que salía. Pensaba todo el tiempo que la estaban siguiendo. No se sentía segura, ni respaldada.

ROZO: Mientras tanto, yo caí en una depresión terrible. Yo sólo lloraba no… Tomé una cantidad de pastillas. Yo no quería seguir viviendo. Toque el fondo, el fondo, el fondo, el fondo.

ARÉVALO: Carolina dice que buscó refugio en su iglesia y en su familia y que ellos le ayudaron a salir poco a poco de esa depresión. Además, comenzó a ir a terapia psiquiátrica. Y eso también le sirvió. Lentamente sentía que estaba recobrando el control sobre su vida, pero no soportaba la idea de que Luna no pagara por lo que hizo.

Así que en septiembre de 2018, casi un año después de haberlo conocido en ese hotel, decidió denunciar penalmente a Luna por acoso sexual.

La Fiscalía empezó a investigar. Pero incluso con ese proceso abierto, Luna siguió su normalidad: viajó en noviembre al mundial sub-17 femenino en Uruguay, recibió una condecoración de la Federación y participaba en charlas sobre el fútbol femenino.

ROZO: Me daba mucha rabia. Mucha rabia, porque en vez de la Federación actuar honestamente, pues no lo estaba haciendo.

ARÉVALO: Pasaban los meses y nada cambiaba.

ROZO: Entonces febrero, 25 de febrero decido hacer la denuncia pública en un medio de comunicación.

(SOUNDBITE DE NOTICIERO DE VICKY DÁVILA)

VICKY DÁVILA: Hoy, por primera vez, hablan los denunciantes que fueron hasta la Fiscalía a contar qué fue lo que les pasó. En este caso permítanme saludar a Carolina Rozo. Carolina bienvenida a la W.

ROZO: Gracias Vicky, muy buenas tardes para todos y para todo el equipo de la W por permitir estar acá.

ARÉVALO: Y pronto otros medios replicaron la noticia, incluso a nivel internacional.

(SOUNDBITE DE NOTICIEROS)

PERIODISTA: Con el caso que ha estallado en los últimos días en el fútbol femenino.

PERIODISTA: Tras las denuncias de los últimos días sobre supuesto acoso sexual en la selección sub-diecisiete.

PERIODISTA: La fisioterapeuta Carolina Rozo entregó declaraciones a la W radio.

PERIODISTA: Reveló que aportó lo que serían nuevas pruebas que demostrarían el acoso sexual.

ARÉVALO: El primero en responder a las acusaciones de Carolina fue uno de los dirigentes de la Federación Colombiana de Fútbol, Álvaro González Alzate. En una entrevista en prensa dijo que no creía que las denuncias fueran ciertas porque no había ningún documento probatorio y negó que la Federación hubiera recibido una denuncia formal, es decir escrita. Dijo que lo que Carolina estaba haciendo era, y aquí cito: “Solo un afán desmedido de figuración y protagonismo inmerecido”.

Unos días más tarde, Luna sacó un comunicado rechazando lo que Carolina había dicho. Decía que él llevaba más de 40 años en el fútbol y que eran solo calumnias hacia su vida personal, familiar y profesional. Que sus acusaciones eran, y aquí vuelvo a citar, “mediáticas y sensacionalistas” que solo buscaban manchar su imagen y que sus abogados ya estaban tomando acciones en su contra. Decía que seguramente Carolina confundió sus intenciones, que él es exigente y expresivo. Nada más.

Recalcó su inocencia y dijo que inclusive unas jugadoras habían hecho una campaña para apoyarlo. La llamaron “por tu buen nombre Didier Luna”. En redes sociales unas 20 jugadoras publicaron videos defendiéndolo, casi como leyendo un mismo mensaje. Eran algo como estos.

(SOUNDBITE DE CAMPAÑA A FAVOR DE DIDIER LUNA)

JUGADORA: Estuve bajo la dirección técnica del profesor Didier Luna por varias selecciones Bogotá.

JUGADORA 2: Eh… Nunca me sentí acusada ni abusada por él.

JUGADORA 3: Por el contrario, lo admiro y respeto por su entrega y dedicación al fútbol femenino.

JUGADORA 4: Eh… Estoy contigo profesor Luna.

ARÉVALO: Aquí es importante aclarar algo, así sea obvio. Que Luna no las haya acosado a ellas no quiere decir que a las demás no les haya pasado. Se ha comprobado que quienes perpetúan el acoso identifican muy bien quiénes serán sus víctimas. Generalmente son las más vulnerables, las más tímidas o las que acaban de empezar en un trabajo.

Al mismo tiempo que Carolina, trece jugadoras de la selección femenina de fútbol denunciaron la inequidad y el trato discriminatorio al que fueron sometidas.

Entre algunos de sus reclamos estaban la falta de pago.

(SOUNDBITE DE DENUNCIA)

JUGADORA: Necesitamos recibir un mejor apoyo económico.

ARÉVALO: Falta de protección en salud, el mal estado de los uniformes, trato diferenciado con los jugadores hombres…

(SOUNDBITE DE DENUNCIA)

JUGADORA: Falta de viáticos nacionales cuando a los futbolistas masculinos sí les dan.

ARÉVALO: Y que la Federación había sacado a algunas jugadoras que se habían atrevido a quejarse.

(SOUNDBITE DE DENUNCIA)

JUGADORA: No es fácil dejar el miedo a un lado y hablar de los temas que nosotros estamos aquí hoy poniéndole la cara a ustedes y al país.

ARÉVALO: Lo de estas jugadoras más lo de Carolina hizo que el gobierno colombiano interviniera. En marzo de 2019 convocaron a una reunión con los dirigentes de la Federación Colombiana de Fútbol para buscar mecanismos de protección para las deportistas.

Esta es la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez. Dice que había tenido la oportunidad de escuchar…

(SOUNDBITE DE DENUNCIA)

MARTA LUCÍA: A Carolina Rozo, así como a otras niñas que han tenido quejas, reclamos, sugerencias, sobre cómo tomar correctivos oportunos…

ARÉVALO: Ahí firmaron un ‘Pacto por la transparencia y la protección de los niños y las mujeres en el deporte colombiano. Se comprometieron a tener cero tolerancia con el abuso, la explotación, acoso, discriminación o violencia en el deporte. Querían evitar que ocurrieran más casos de abuso y acoso por parte de los entrenadores y el equipo técnico de la selección.

Eso se sintió como una primera victoria.

Por esas fechas Carolina recibió una llamada y le dijeron que debía presentarse ante la Fiscalía. No sabía bien para qué, pero cuando llegó vio a Luna con cinco personas más. Era la primera vez que lo veía desde el viaje a Argentina, un año atrás.

ROZO: Yo llego y saludo buenas tardes, independientemente de todo. El señor no saluda, no me mira la cara. Con una soberbia impresionante. Lo vi poderoso.

ARÉVALO: Confiado, seguro de sí mismo y de lo que pasaría con su caso.

En ese momento le dijeron a Carolina que la llamaron porque la audiencia de imputación de cargos se había adelantado para ese mismo día. Como en ese momento Carolina no tenía abogado, no entendía bien por qué no le avisaron con más tiempo. Pero ella cree que Luna adelantó el proceso para evitar a los medios. Por eso, antes de entrar, Carolina llamó a los periodistas que conocía y les pidió que fueran.

La audiencia comenzó casi enseguida.

(SOUNDBITE DE AUDIENCIA)

AUDIENCIA: Con finalidad desarrollar la imputación y posición de medida de aseguramiento y respecto del ciudadano Didier Alfonso Luna González, presunta conducta punible de acoso sexual.

ARÉVALO: Carolina nunca se había enfrentado a una situación así.

ROZO: El señor llena la sala de audiencia con gente de él. Tuve que soportar que me miraran, que se burlaran. Y yo lo, lo único que hice fue... Abrir un cuaderno y ponerme a escribir. Porque ese señor se sentía victorioso. Él, él pensó que iba a salir adelante.

ARÉVALO: Ella dice que fue muy difícil ver a Luna después de tanto tiempo pero que valió la pena.

ROZO: Entonces tuve que aguantarme muchas cosas y tragarme muchas cosas para finalmente verlo sentado ante la Justicia. Yo creo que esa es una de las mayores satisfacciones que uno puede tener como víctima: ver sentado al tipo enfrentando a un juez, a un fiscal.

ARÉVALO: La audiencia duró cinco horas. Ahí la Fiscalía presentó cargos en contra de Luna por acoso sexual agravado. Él se declaró inocente. Pero las pruebas que había presentado Carolina fueron lo suficientemente contundentes como para que el juicio de Luna continuara. Había mostrado capturas de pantalla de sus conversaciones en WhatsApp y entregó las grabaciones que había hecho, como las que escuchamos antes.

A Luna le pusieron algo que se conoce como medidas restrictivas no privativas de la libertad. Eso significa que no podía salir del país, debía presentarse a todas las citas de la justicia, tener buena conducta, y no podía comunicarse con las víctimas.

El proceso contra Luna continuaría en los meses siguientes.

A pesar de los cargos, Luna continuó negando que lo que decía Carolina fuera cierto. Este es él en una entrevista con la revista Semana, en mayo de 2019.

(SOUNDBITE DE ENTREVISTA)

DIDIER LUNA: Soy inocente. Me he visto perjudicado, porque mi carrera deportiva es con el fútbol femenino y a raíz de esos problemas, eh, nadie quiere darme trabajo.

ARÉVALO: Y es que, según Luna, su contrato con la federación terminó a finales de diciembre de 2018, tres meses antes de la imputación de cargos, y no fue renovado.

Durante la entrevista, se defendió con los argumentos de siempre: que estaba casado y que tenía tres hijas. Que siempre había tratado con respeto a las mujeres.

(SOUNDBITE DE ENTREVISTA)

LUNA: Soy una persona que siempre halago la belleza de la mujer y como tal son situaciones que a ellas de pronto las confundió.

ARÉVALO: Que Carolina podía argumentar lo que ella quisiera pero que él no actuaba con mala intención. Que él era así, cariñoso, nada más.

(SOUNDBITE DE ENTREVISTA)

LUNA: Pues hay momentos efusivos donde hay un abrazo, donde hay un beso, pero es una manifestación de cariño. Es una manifestación de… Motivación a que la gente haga las cosas lo mejor posible. Pero nunca perdiéndole el respeto a una persona y más a una mujer.

ARÉVALO: Contacté a Luna para que me diera su versión pero se negó. Me dijo que sus abogados le tenían prohibido hablar más con los medios. Pero me dejó claro que él es inocente, que supuestamente no había pruebas en su contra y que no quería seguir hablando, y aquí cito, de “estas calumnias”. Además me dijo…

LUNA: Y lo de la información periodística no me interesa porque ustedes no son congruentes y no son precisos con la información. Por eso no le hablo a los medios de información.

ARÉVALO: La Federación de Fútbol colombiana tampoco contestó mi solicitud de entrevista. Pero según cuenta Carolina, nunca se contactaron con ella para ayudarla. Al contrario, mostraron su respaldo a Luna certificándolo para entrenar niños y niñas, en medio de un proceso penal por acoso sexual.

La primera audiencia con testigos estaba programada para noviembre de 2019 pero ni Luna ni su abogado se presentaron. Esto hizo que el proceso se aplazara hasta febrero de 2020. Casi un año después de que Carolina salió por primera vez en los medios denunciándolo públicamente.

ROZO: Y es cuando ya yo recibo la llamada de mi abogado de que hay un acercamiento para hacer un preacuerdo que si yo estaba de acuerdo.

ARÉVALO: El abogado de Luna quería llegar a un nuevo acuerdo: si Luna se declaraba culpable por acoso sexual el delito se le cambiaría a uno con una pena más baja. Ahora sería injuria por vía de hecho, que es una manera de decir que las acciones de Luna ofendieron el honor de Carolina. Esas acciones pueden ir desde bofetadas hasta tocamientos indeseados como los que puede hacerle un pasajero a otro en un transporte público, por ejemplo.

Este cambio reduce la pena: en lugar de ir hasta cuatro años y medio a prisión por acoso sexual agravado, lo máximo a lo que podría enfrentarse sería a tres años en prisión. Pero lo que más le interesaba a Luna era que, al degradar la pena, él podía acceder a beneficios como no tener que ir a la cárcel a cambio de que cumpliera con algunas condiciones.

ROZO: Y yo viendo la situación realmente de cómo se venía anda… andando el caso y el tipo ya empezaba a dilatar la situación, se decide hacer el acuerdo porque si no se iba a salir, él se iba a escapar, él iba a salir invicto de la denuncia, donde yo no hubiera hecho ese preacuerdo.

ARÉVALO: Había pasado un año y el proceso no había avanzado mucho. Le daba miedo que los testigos se cansaran o se retractaran. Entonces aceptó porque más allá de la cárcel, lo que le importaba era que se supiera lo que le hizo. Por eso, lo que sí pidió como parte del preacuerdo, es que Luna le diera unas disculpas públicas.

El 12 de febrero de 2020, se presentaron en el juzgado para formalizar el preacuerdo.

(SOUNDBITE DE AUDIENCIA)

SECRETARIO: En el caso presente la audiencia no será de juicio, sino que se cambiará su naturaleza a verificación del preacuerdo de pena y lectura de fallo señora fiscal…

ARÉVALO: Cuando el juez le preguntó a Luna si había entendido el preacuerdo dijo que sí. Pero cuando le pidió declararse culpable, Luna evadió la pregunta.

(SOUNDBITE DE AUDIENCIA)

LUNA: Eh, su señoría yo soy una persona que llevo 40 años en el fútbol, 30 dedicados al fútbol femenino. Yo soy una persona que siento el fútbol, soy muy disciplinado.

ARÉVALO: En un momento dado el juez se desespera y lo interrumpe:

(SOUNDBITE DE AUDIENCIA)

JUEZ: Pero a ver la pregunta, a mí francamente no me interesa cuánto lleva en el fútbol. Me interesa es saber si usted se considera o no responsable de esto. (FADE) El tema del fútbol en este caso…

ARÉVALO: El juez tuvo que preguntarle varias veces más y Luna le respondía que era inocente, que había cometido errores, que quería cambiar… Hasta que, finalmente…

(SOUNDBITE DE AUDIENCIA)

JUEZ: ¿Usted se considera responsable de este delito por el cual fue el imputado y acusado por la fiscalía. Vale decir, acoso sexual agravado?

LUNA: Sí su señoría.

ROZO: Me dio como una crisis nerviosa y mi cuerpo temblaba y yo lloraba y lloraba ahí…

ARÉVALO: Después el juez le preguntó a Carolina si quería decir unas palabras… Ella aceptó. Se llenó de valor, se paró frente a todos y dijo:

(SOUNDBITE DE AUDIENCIA)

ROZO: Y por eso estoy aquí. Y lo miro a la cara para decirle señor Luna que quiero que me pida una disculpa pública. Y a todas las víctimas que aún siguen en silencio.

Cuando yo le dije míreme a la cara porque yo le tengo que decir esto. Ese señor subió los ojos y vi unos ojos rojos como de un demonio. Y volvió y agachó la mirada mientras yo le decía esas palabras.

ARÉVALO: Después de esto el juez dio paso a la disculpa pública de Luna.

(SOUNDBITE DE AUDIENCIA)

LUNA: Eh… Su señoría y, y señora Carolina. De manera sentida ofrezco disculpas. De manera pública. Si en algún momento sintió que algunas de mis acciones transgredieron su moral, categóricamente manifiesto jamás fue mi intención (fade) como he sostenido mi proceder siempre he estado…

ROZO: Obviamente fueron disculpas que traía escritas en un papel ahí todo arrugado que yo creo que se las escribió el abogado, porque él no lo dijo de corazón. Él siempre ha sido claro: Yo quiero salir rápido de esto para poder seguir en la Selección Colombia y seguir manejando mujeres.

ARÉVALO: Luna fue condenado a dos años y cuatro meses en prisión y le prohibieron ejercer cualquier tipo de función pública durante ese tiempo. Además, debía pagar una multa de veinte salarios mínimos vigentes —es decir un poco más de 4 mil dólares— al Estado.

Pero como su pena fue inferior a cuatro años y era su primer delito, Luna no tendría que ir a la cárcel. Siempre y cuando cumpliera con algunas condiciones como buena conducta e indemnizar a la víctima —si así ella lo quisiera. Pero Carolina no quería dinero. Para ella nunca se trató de eso.

Es importante mencionar que a pesar de que no fue condenado por acoso sexual, el juez determinó durante la audiencia que había suficientes evidencias de que Luna sí era responsable de ese delito. Que era evidente que valiéndose de su posición de autoridad, acosó sexual y laboralmente a Carolina.

Su caso marcó un precedente: era la primera vez que se enjuiciaba a un directivo con tanto poder en el fútbol colombiano.

A pesar de la condena y de haber aceptado el delito, Luna insiste en que es inocente.

Aunque esas declaraciones molestan a Carolina, ella ha preferido ignorarlas. Porque sin importar lo que diga Luna, ya hay una resolución legal.

ROZO: Yo lo veo como una victoria, ¿sabes? Porque en medio de todo esto abre una brecha muy importante para el tema del acoso sexual y que se den cuenta que sí, que si siguen acosando y que si siguen tocando la cola y que si siguen morboseando a las mujeres, pues hay un castigo.

ARÉVALO: Y es que Carolina consiguió mucho más que unas disculpas públicas de Luna. Hizo visible un fenómeno que a veces es minimizado: el acoso sexual y laboral. Abrió las puertas para que muchas más personas como ella denuncien y digan, “a mí también me pasó”.

ALARCÓN: Didier Luna apeló la decisión del juzgado pero no para declararse inocente, sino para que le bajaran la indemnización que debía pagar. Todavía no se resuelve la sentencia final después de esta apelación.

Cuando Carolina denunció estos hechos, muchas mujeres se acercaron a ella para contarle que Luna y otros dirigentes del fútbol colombiano también las habían acosado. Además, se destapó una serie de casos de abuso en el fútbol, como de árbitros profesionales que denunciaron que sus entrenadores los habían abusado sexualmente.

Lisette Arévalo es productora de Radio Ambulante, vive en Quito. Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. El diseño de sonido y la música son de Andrés Azpiri. Desirée Yépez hizo el fact-checking.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Jorge Caraballo, Aneris Casassus, Victoria Estrada, Xochitl Fabián, Fernanda Guzmán, Rémy Lozano, Miranda Mazariegos, Barbara Sawhill, David Truijillo y Elsa Liliana Ulloa.

Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, y se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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