Su marido, Antonio, escanciaba un delicioso moscatel de Chipiona. Ella, Belleda López, presentaba un libro que lleva en la portada una foto hecha en la playa de las Piletas de Sanlúcar de Barrameda. El bautismo literario de Tendiendo secretos tuvo lugar en la Juguetería Erótica del pasaje de los Azahares, a la misma hora en la que unos novios salían de la iglesia de San Andrés.
Estos dos referentes geográficos de la desembocadura del Guadalquivir guardan un secreto a voces. Siete bragas tendidas en una cuerda sujetada a ambos extremos por Antonio y Rafael, los hijos de Belleda y el escanciador. El punto de partida de una historia curiosa, tan bonita que pese a las apariencias rezuma pudor, amistad y ternura. Una reflexión sobre el efecto mariposa enunciado por el matemático y meteorólogo Edward Lorenz con la ayuda de un proverbio chino.
Todo empezó el verano de 2014, cuando Belleda fotografió una postal en una tienda de souvenirs del pueblo malagueño de Frigiliana. Un tendido eléctrico de pinzas y bragas. Lencería fina y volandera. El siguiente paso fue un pacto de confidencias con un grupo de amigas que se conocen desde hace medio siglo: dieron sus primeros pasos escolares en el colegio de las Mercedarias. El florido pensil.
Bragas y relatos. Surrealismo mágico. Tres lenceros bengalíes. La historia se le fue de las manos y dejó de ser suya para ser de muchas. Relatos, la mayoría anónimos, que llegaban a su Facebook. Performance de interiores en una exposición en Santa Clara. Un amigo, Rafa Coca, que ha escrito el prólogo, le dice que eso hay que llevarlo a escena y le propone a la autora estrenarse como actriz con su grupo La Trastería.
Con actrices precisamente empieza la cosa. Belleda López, virtuosa del collage, fue a la presentación con una falda que se hizo con restos de una cortina "como homenaje a Escarlata O'Hara". Cada relato lo introduce con una cita. La primera es de la actriz Zsa Zsa Gabor, "hay una teoría que dice que los hombres aman con los ojos y que las mujeres aman con los oídos". A la estrella de Hollywood la escoltan galanes de alto voltaje: Platón, Dante, Montaigne, Víctor Hugo, Groucho Marx o el doctor Gregorio Marañón.
En cada relato hay una novela, dice Rafa Coca, que ya busca la dramaturgia para llevar el libro al teatro en abril. Historias de soledad, de viudedad, de no aceptación del propio cuerpo, también con finales felices, gloriosos. Entre los collages hay un homenaje a Fellini titulado La dolce vita. Vida dulce como el moscatel de Chipiona. Con bragas y a lo loco, parafraseando la película de Billy Wilder, en coproducción con el centenario Berlanga cuando proclamó que "la pornografía es el erotismo de los pobres".
Rocío García, heterónimo de Inma Pinilla, colaboró en la presentación y abrió varios sobres con relatos inéditos de distinta procedencia. Sólo han entrado quince historias en el libro, autoeditado por Belleda López, pero le podía haber salido un Espasa de las interioridades. "Tengo en casa un bombo con más de cuatrocientas bragas que me han mandado con los correspondientes relatos".
También son historias que le pueden pasar a los hombres. En Cuaderno Gris, donde Josep Pla narra sus vivencias veinteañeras en el Ampurdán de 1918, habla de la especial capacidad de los habitantes de su Palafrugell natal "para quitarnos rápidamente los pantalones y quedarnos en calzoncillos, en cualquier sitio y haga el tiempo que haga".
Tendiendo secretoses un artefacto de delicadeza y elegancia. Secretos ibéricos en puertas del centenario de Saramago. Un proyecto que se presenta como libro en vísperas de la llegada del invierno y que llegará a los escenarios en la primavera. Un fetiche doméstico y tridimensional.
Belleda López nació en Sevilla, se crio en la calle Miguel Cid, paralela a San Vicente, la calle de su colegio de las Mercedarias, y vive en San José de la Rinconada, donde en una de sus muchas facetas, la de escultora, esculpió el San José que cada 19 de marzo procesiona por las calles de esta localidad en la que un colegio lleva el nombre de la pintora Carmen Laffón. Es rinconera adoptiva, la patria chica de Antonio Muñoz, que en unos días será el próximo alcalde de Sevilla, puro pasaje de los Azahares.
La autora hizo un máster en museografía creativa por la Universidad Politécnica de Cataluña y otro en gestión cultural en Madrid. Es feminista no rupturista, tiende puentes entre las bragas y los calzoncillos, esas prendas que en una de sus greguerías Ramón Gómez de la Serna comparaba con una partitura musical. Artista inquieta y polifacética, pertenece a la asociación MAV (Mujeres en las Artes Visuales) y a la asociación Craes (Centro de Artes Escénicas y Visuales de La Rinconada). Es cofundadora de los colectivos Locura Collage Y Pa-Ta-Ta (grupo de fotografía social comunitaria).
No dejó de firmar libros mientras Antonio, su marido y cómplice, los oídos y los ojos del amor en la cita de la insaciable Zsa Zsa Gabor, reponía las existencias de moscatel. Arroz para los novios de San Andrés. En los Azahares había ropa tendida.